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Tsukinami ____________, la chica perfecta en el instituto Teiko. Buenas calificaciones, buenos modales y buena familia. Al caminar por los pasillos del edificio, lo hacía con tanta elegancia que todos los estudiantes se le quedaban mirando. Presidenta del Consejo Estudiantil y deportista a la vez, tenía a más de uno cautivado; aunque ninguno le llamara la atención por el momento.
—Presidenta —le llamó su asistente y compañera del Consejo—, ¿se ha encargado de ir y revisar el salón de artes?
Cerrando los ojos se sentó en el sillón color rosa pastel que ella misma encargó— Por supuesto, lo hice hace una semana —sonrió de lado mientras cruzaba una pierna y tomaba una taza con té, lo acercó a su nariz y emitió un sonido de satisfacción—. Earl Gray... excelente —le dio un sorbo a la vez en que elevaba su dedo meñique justo como sus maestras le enseñaron de chica—. ¿Qué sigue en la lista? Tengo que encargarme de la empresa a partir del siguiente lunes —dejó la taza sobre un pequeño plato de porcelana y este en la mesa. Suspiró recargando la cabeza en el respaldo unos segundos—. Anna —la asistente la volteó a ver—, ¿cuando pensabas decírmelo?
Sudó frío dándose cuenta que sería imposible esconderlo a la chica— Y-yo... n-no era mi intención Presidenta, solo... —___________ elevó una mano haciendo seña de que guardara silencio.
—No hay por qué sentirse nerviosa y tartamudear —abrió los ojos y se plantó frente a Anna, tomó su rostro entre sus manos y le sonrió—: si necesitas el día libre, dímelo.
—Presidenta... ¿cómo... —tomó su brazo con su mano— cómo lo supo?
—La pregunta es: ¿cómo NO saberlo? —caminó hacia la salida y soltó una risita—. Controlo todo lo que sucede en este instituto; no hay rumor, chisme o asunto del que no esté enterada —tomó aquella tableta con las cosas que tendría pendientes Anna—. Ve y diviértete, yo me encargo de lo restante —le sonrió fríamente y salió de la habitación.
Anna solo tragó saliva, notando claramente que la Presidenta le dejaría el triple de trabajo al siguiente día.
[...]
—Primero que nada —vio la tableta—, ir y supervisar a los chicos de música —puso el aparato bajo su brazo y comenzó a caminar hacia dicho lugar.
Captó la atención de los estudiantes que se quedaban a cualquier club y asomaron sus cabezas por las ventanas embobados. Las chicas no podían evitar mirarla con envidia y otras con tristeza al no ser como ellas. Y nadie borraba esa sonrisa de satisfacción de los labios rosados de ___________.
—Eso es... —susurró a sí misma calmada mientras caminaba.
"—Yo mando aquí... ustedes son mis fieles seguidores y yo... la Emperatriz. "
