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—Nuevamente, hubo un reciente conflicto entre las pandillas de la Touman y Hunters —el rubio frente al televisor llevó una papa a su boca y procedió a darle mordiscos—. Se dice que los jefes de ambas pandillas resolvían un problema interno; sin embargo, no pudieron controlar las consecuencias de las acciones y se fue a graves. Hubo un total de 30 heridos y un muerto. La joven Tachibana Hinata fue una fallecida por el encuentro —sorprendido, le subió más al volumen del televisor—. Un camión fue desviado de la carretera así terminando con su vida y...
Takemichi no podía escuchar las demás palabras. Estaba demasiado ensimismado en sus pensamientos como para pasarlos por alto.
¿Hinata Tachibana, su primera y única novia de la secundaria, había muerto...?
El resto del día, sus pensamientos fueron divagando en sus días de la secundaria, y de lo miserable que su vida era en esos momentos. ¿Cómo es que terminó así?
Y fue cuando el tren se acercaba a toda velocidad, que Takemichi pudo regresar al pasado...
[...]
Una chica caminaba por las calles de Tokyo a eso de las 7 de la tarde. Había terminado sus clases en la secundaria hace rato, pero decidió ayudar a algunos compañeros con los quehaceres del salón y avanzar algunas tareas.
—Ahh, debería avisarle a mamá y papá que voy en camino hacia casa —murmuró para sí desbloqueando el aparato—. Seguramente están preocupados y...
—Hola, preciosa —dijo la voz de un chico frente a ella.
Se arrepintió una y mil veces en su cabeza cuando levantó la vista y vio el uniforme del sujeto. "Touman" decía en letras blancas. Había escuchado de esa pandilla debido a su hermana; le advirtió que no se involucrara con ellos, que eran gente peligrosa. Su hermana había decidido acompañarla después de clases, sin embargo, este día salió un imprevisto que tuvo que ir y atender, dejando a su hermana menor sola de regreso.
—H-hola... —hizo lo mejor que pudo en poner una sonrisa, resultando con una extraña mueca. Sin que se diera cuenta, picó en el icono de teléfono y puso el teclado, lista para marcar a su hermana pero...
—Pero qué mujer más traviesa —le arrebataron el celular, así alumbrando a otros dos sujetos que estaba en la oscuridad detrás de ella—. Lástima que tu intento por marcar fue fallido —la sangre de todo su cuerpo se heló cuando se dio cuenta que otros chicos, tres para ser exactos, aparecían en ambas salidas de la calle con sus motos.
