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"Lo recuerdo como si fuera ayer...
Yo estaba terminando de matar a unos demonios en un pueblo alejado. Era pequeño, no más de 30 casas. Las personas sonreían entre ellos y todos se conocían. El olor a dulce pan y a verduras frescas me llegó a la nariz. Un pueblo acogedor con gente gentil y amable.
Y la vi... La vi en la calle dándole alimento a unos niños de alrededor de 5 años. Su sonrisa parecía iluminar el ambiente del pueblo, y sus suaves movimientos calmaban cualquier corazón desenfrenado.
No le tomé mucha importancia.
Cuando iba de regreso por el bosque, sentí una presencia siguiéndome. Con cuidado de no hacer tanto ruido, desenvainé mi espada.
—Hola —su voz a mi derecha me había sorprendido.
La miré sin expresión alguna, y guardando mi espada continué con el camino. Aunque sentí que caminaba detrás de mí.
—Eres un Cazador de Demonios —habló entusiasmada detrás mío—. Muchas gracias por haber acabado con los demonios del pueblo. Sin ti, tal vez hubiéramos perdido a más gente.
No me detuve, ni la miré, ni le dirigí la palabra. Pero pareció no importarle.
—¿Cómo te llamas? —decidí ignorarla. Si ella quería seguirme, que lo hiciera; pero no pensaba entablar una conversación con aquella extraña chica—. Mi nombre es ____________. ¿Te parece bien si voy contigo? Me causaste curiosidad desde que te vi en el pueblo —corriendo llegó a mi lado y me examinó con sus ojos verdes—. No eres un hombre de muchas palabras, ¿no es así? ¿O acaso eres mudo? —apenas me había dado cuenta que ella cargaba con una vaina. Colgaba de su cintura y con cada paso que daba, se mecía de arriba a abajo.
—No —decidí contestarle finalmente.
—Me gusta tu voz —esas palabras hicieron que frenara en seco, y me giré a verla sobre mi hombro—. Es una voz calmada, siento que me relajas y alejas toda la tensión de mis músculos —me sonrió cerrando sus ojos. Mi cara se llenó de confusión y al parecer se dio cuenta porque soltó una risa—. ¿Podrías decir algo más, por favor?
Volví a mirar hacia el frente sin entender nada de lo que había dicho. ¿Le gustaba mi voz? Eso es algo que... jamás creí que me dirían.
—... Giyū Tomioka —comencé de nuevo a caminar—. Ese es mi nombre —no tardé en escuchar sus pasos detrás de mí.
