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Apreté con fuerza mis puños al ver cómo los nobles se marchaban del lugar, -por supuesto, luego de haber golpeado brutalmente a Sinbad.
—Esos desgraciados... —dije con rencor entre dientes mientras me hincaba a su lado.
Pasé con cuidado mis yemas por el rostro del peli-lila en un intento de apaciguar el dolor que esté teniendo por las heridas recientes. Fueron tantos los golpes que le dieron, que apenas y puede mantenerse consciente. Si tan solo no me hubieran detenido esos habitantes, pude haber puesto en su lugar a esos egoístas.
—_______-_________ —escuché la voz débil de Sinbad, haciendo que acunara su rostro entre mi palma, haciendo el mayor esfuerzo en que se sintiera cómodo—, ¿están t-todos bien...?
—Sí, Sinbad —le sonreí tiernamente acomodando su cabeza en mi regazo, y con el gorro que siempre llevaba, me aseguré de que el sol no le diera en los ojos—. Y todo es gracias a ti. Ciertamente, tenía ganas de patearle el trasero a esos guardias; pero eso habría traído más problemas para los habitantes de este pueblo y para nosotros. Agradezco que hayas estado conmigo hoy —sonreí cerrando los ojos.
—Lo hice con el p-propósito de que oka-san y tú no salieran lastimadas —dibujó una sonrisa como pudo, aunque pareció una mueca rara.
—No te preocupes —comenzó a peinar los cabellos del chico—. De ahora en adelante, trabajaré para hacerme más fuerte y poder seguir a tu lado para ayudarte. Iré a donde tú vayas, aunque eso signifique dar mi vida por ello —tomó su mano—, porque yo confío en ti, Sinbad. Confío con toda mi alma, y lo hago plenamente —le mostraste una expresión decidida, haciendo que su corazón latiera más rápido que de costumbre.
—Yo me encargaré de que los dos podamos vivir felices —le dio un apretón al agarre de sus manos—, juntos.
—Juntos.
Las mariposas que volaban alrededor suyo -conocidas como el rukh, que es a lo que podría llamarse a las almas de los antepasados que fallecieron-, se tornaron de un color rosa. Algo que no pasó desapercibido por cierto rubio con atuendos verdes.
—¿Pero qué tenemos aquí...?
[...]
Sinbad y yo conocimos a un viajero llamado Yunan. Era una buena persona, pero tenía algo... algo que lo convertía en alguien extraordinario, y no lograba descifrar qué era.
La madre de Sinbad se encontraba muy enferma, por lo que él y yo estábamos desesperados por encontrar una manera de que se recuperara, o tan siquiera que se pudiera estabilizar durante un tiempo. Y me llegó el pensamiento vago de Yunan...
