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—... pero la nadadora Shirogane logra ganarle a la otra competidora con una diferencia de 9,46 segundos, ¡así imponiendo un nuevo récord y haciendo saber su posición como mejor nadadora femenina a nivel nacional! —anunció el hombre por el micrófono haciéndolo resonar por todas las piscinas del lugar. Todos veían sorprendidos y boquiabiertos a la chica de hebras rubias mientras se quitaba la gorra de plástico y sus goggles— ¡Esto es increíble! Nadie en los últimos 3 años ha logrado quitarle el puesto, ¡¿habrá alguna jovencita a su nivel lista para destronarla?! —exclamó eufórico incrementando la emoción de los espectadores en las gradas.
—No me importa mi tiempo... —murmuró para sí __________ mientras acomodaba sus cabellos sobre sus hombros. Analizaba a cada persona del público en señales de él, pero nada. Suspiró sabiendo que de seguro no fue a verla— Supongo que en serio no quiere verme...
—¡Ey, tú! —gritó una voz femenina entre las competidoras. Al parecer, es la chica con la que anteriormente nadó __________— ¡No es justo! ¡Se supone que yo debí haber ganado la competencia! ¡No tú! —la tomó por los hombros bruscamente, y al ser unos centímetros más alta que la protagonista, supuso que la intimidaría— ¡Esa medalla debería de estar colgando en mi cuello!
—Toma la medalla si quieres, no me interesa.
—¿Qué? —la vió incrédula.
__________ se quitó la medalla pasándola sobre su cabeza y la puso en el cuello de la contraria, quien no entendía nada de nada en la escena. Todo sin dejar esa expresión neutral de su rostro.
—"Hay personas que ganan, pero que no entienden el verdadero significado de una victoria" —habló relajada, sin tomarle tanta importancia que la gente más viera a las dos—. Eso solía decir mi padre... En fin, no me interesa para nada si gano o pierdo en una competencia solo, quisiera seguir nadando. Es todo —tomó su chaqueta poniéndola sobre su hombro, agarrando su mochila con ropa en otra mano, y salió del lugar.
—E-esa tipa está mal de la cabeza... —dijo la chica con la medalla en el cuello— ¿Y ahora qué se supone que haga con esto? —vio la medalla de oro relucir con la luz del sol.
__________ solamente se puso un short sobre su traje de baño, que se había secado al salir, y se dejó su chaqueta del equipo cerrada. Llevaba sus manos dentro de las bolsas de esta y el gorro puesto, así evitando los rayos del sol. Los tenis color rojos en sus pies hacían ruido con cada pisada que daba en la banqueta de la calle.
—¿Por qué estás evitándome, Rin?... —se cuestionó la chica en un susurro. Miró el cielo azul en busca de alguna señal que le explicará lo sucedido con su mejor amigo—. Sigo sin entender lo que quiso decirme...
*FLASHBACK*
—__________-chan... —llamó a la rubia que estaba sentada con los pies metidos en el agua de la alberca.
—¿Rin? ¿Necesitas algo? —preguntó sin despegar su vista del agua—. Siéntate conmigo —pidió sin levantar la vista palmeando el lugar a un lado suyo.
Rin acotó la orden sin rechistar. Jugaba con sus manos en su regazo nervioso, sus mejillas tenían un ligero sonrojo y su cabello rojo se movía con el viento.
—¿Qué querías decirme? —le preguntó.
—Bueno yo... quería decirte que... —cerró sus ojos inhalando profundo—... ¡para mí eres como el agua para Haru!
—... ¿Dices que... soy azul? —preguntó con su mismo tono neutro de siempre sin cambiar la expresión en su cara.
—¡Sí! Digo, ¡no! Digo, ¡aghhh! —apretó sus cabellos entre sus dedos frustrado. Esa chica era demasiado inocente y seria como para intentar indirectas— ¡Llevo desde pequeños diciéndote pero no entiendes! ¡Te... te odio! ¡No quiero verte más! —salió corriendo.
—¿Eh?
*FIN FLASHBACK*
—Rin...
—¿__________? —oyó su voz detrás incitándolo a girarse. Al hacerlo, los ojos del varón se abrieron—. En serio eres tú... —murmuró sorprendido y alegre.
—Oh, perdón por estar aquí —dio media vuelta —. Me iré entonces.
—¡Espera! —la tomó del brazo con el corazón acelerado, no permitiría que nada, ni siquiera él, la vuelvan a alejar—. Yo... —se ruborizó —lo que quería decirte la última vez, era que... tú, me gustas. Me gustas mucho __________.
—¿Te gusto? —pregunto confundida—. Tú también me gustas, Rin.
—¡¿E-eh?! —sus mejillas eran más rojas al igual que sus orejas—. ¡N-no puedes solo decirlo así por así!
—¿Ah, no? Entonces, ¿cómo quieres que te lo diga?
—¡N-no lo sé!
—Me gustas mucho, Rin —mencionó tomando un mechón de su cabello mientras que sus mejillas tomaban un leve color carmín—. ¿Así? —había vuelta a su manera de siempre.
Suspiró algo cansado, aunque nadie podía borrarle esa sonrisa traviesa de sus labios— ¿Sabes qué? —la tomó de la cintura acercándola a él—. De ahora en adelante, serás mi novia.
—De acuerdo.
—¿Eh? ¿Estás bien con eso?
—Claro. Me gustas después de todo.
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