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Un nuevo día en la preparatoria Aoba Johsai.
Una joven de cabellos _______________ y hermosos orbes _______________, caminaba tranquila por los pasillos del edificio. Abrazaba un libro de química avanzada contra su pecho, a la vez que se abría paso entre la multitud de estudiantes, procurando no ser vista. Mantenía su vista fija en sus zapatos color negros, igualmente viendo cómo la falda del uniforme se mecía de lado a lado conforme se movía.
«Está bien. Eres invisible. Que no te vean, que no te vean...» se repetía internamente apretando el libro levemente.
—Pero miren a quién tenemos aquí —la voz que no querías escuchar resonó entre el pasillo, haciéndote frenar en seco, así atrayendo consigo la atención de unos chicos y chicas que hablaban. Bajaste más la cabeza cerrando fuertemente tus párpados.
—Si es nuestra querida, _______________. Querida —dio unos pasos atrás tuyo, y pudiste sentir su aliento chocar contra tu oído—, el día de ayer, no sé si te enteraste pero, Oikawa-kun jugó en un partido —dijo viendo el esmalte de sus uñas, rodeándote para plantarse firme frente a ti.
—¿E-en serio? —tu voz salió en un susurro apenas audible. No te gustaba llamar la atención. Pero eso fue imposible desde que él se acercó a hablarte.
—Sí —por primera vez despegó su vista de sus uñas, clavándola en ti; por inercia, apretaste más aquel libro hacia tu pecho siguiendo con la mirada gacha—. ¿Sabías sobre eso? —dio un paso quedando a centímetros de ti.
—... N-no estaba enterada...
—¿Ah, no? —agarró bruscamente tu cabello, levantándote la vista con un tirón—. Mírame cuando hablo, ¿tus padres no te han enseñado que no mirar a la gente al hablar es de mala educación?
Gemiste de dolor cuando zarandeó tu cabeza de un lado a otro fuerte. Los demás estudiantes veían la escena con lástima; aunque era inevitable ayudarte en algo, no podían llevarle la contraria a la hija de un dueño de empresas. Y menos a Natalie Brooke, sabiendo que para librarse de cualquier asunto, es capaz hasta de lo imposible.
—Volviendo a mi pregunta anterior —te aventó a la pared, haciendo que te deslizaras quejándote del dolor hasta quedar sentada con un pequeño y delgado hilo de sangre saliendo por un costado de tu boca. Te enderezaste un poco, recargando un brazo en tu torso, sintiendo un agudo dolor—, parece que no has entendido. ¿Sabías que Oikawa-kun participaría en aquel partido?
—... S-sí sabía...
—Oh —fingió sorpresa—. ¿Y por qué me dijiste antes que no estabas enterada? ¿Hmm? —se acuclilló acercando su rostro al tuyo con una sonrisa cínica—. Te juro que si te vuelvo a ver cerca de él, la pagarás muy pero mu-...
—¡_______________-chan!
La chica frente a ti y tú giraron la vista hacia el dueño de esa voz. Un castaño corría apresurado para hincarse a un lado tuyo. Tomó entre sus manos una de la tuya, y te mira con un semblante de preocupación.
—_______________-chan, ¿qué te sucedió? ¿Quién te hizo esto? —cuestionó limpiando con su dedo pulgar ese hilo, manchando el costado de tus labios y su dedo. El jugador vio a la rubia que ahora se encontraba de rodillas a tu otro lado—. Natalie, ¿tú viste quién fue?
—Cuando llegué aquí, así estaba _______________-chan —entonó con falsas lágrimas en sus mejillas.
Oikawa golpeó la pared con su mano libre—Juro que cuando halle al responsable de esto, le daré su merecido —pasó uno de tus brazos por sus hombros, y con esfuerzo de ambos, tu pusiste de pie—. Vayamos a la enfermería, _______________-chan.
Comenzaron a ir a dicho lugar.
Y al caminar, sentías las miradas de todos los estudiantes con pena desbordante en ellas.
¿Por qué...?
Porque todos lo sabían excepto Oikawa Tōru...
—¿Natalie te cuidó mientras no estaba? —preguntó viéndote de reojo.
—... Sí. Se preocupó mucho por mí.
Todos saben que no le puedes hacer frente a Natalie Brooke, tú siendo...
—Me alegro. Es lindo ver que las dos mujeres más importantes para mí se lleven bien —dibujó su característica sonrisa.
... su mejor amiga y ella, su novia.
«Por ti, Oikawa-kun, soy capaz de soportar el peor de los dolores...»
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Espero que mi libro les guste. Pueden hacer pedidos.
