F A M I L Y

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-Oh mierda volviste a tirar el vaso -dijo mirándome fríamente.

-L-lo lamento, lo lamento tanto..

La habitación dorada, adornada de un tumulto de gente rica acallaron sus murmullos para verme a mi, jodiendo mi puta vida otra vez.

Limpié como podía la mesa manchada con el trago que el barman había preparado especialmente para aquel empresario, me sentía terrible, otro fallo en mi miserable vida.

-Oh perra, ¿¿Otra puta vez?? -la mujer con un traje elegante se me acercaba con furia.

Me agarró bruscamente del brazo y me llevó a rastras al interior del almacén, donde los trabajadores se alejaron para que ella pudiera desquitarse conmigo.

-¡¿Cuántos años tienes?! ¡¿10?! joder putita no puedo creer que le hayas tirado la bebida al magnate de la empresa más famosa dé Japón -su agarre se aflojó para soltarme, miré apenada el piso para que de un momento a otro me diera una cachetada.

-No contestas ¿eh?, joder la puta de tu madre te vendió a este famoso Casino para que sirvieras a nuestros clientes, te cases y te vayas a la mierda, ¿no puedes entender algo tan simple? -me pateó el estómago con ira, sentía que esa parte se abría otra vez, todos los días lo mismo- debes agradecernos el mantener a una chica no deseada por su familia, te damos todo para vivir y así nos pagas, esta es tu última advertencia Inko, o juegas bien, o te haremos desaparecer.

-S-si señora.

Me dejó en paz milagrosamente porque el Casino estaba lleno hoy, los grandes jefes de todo Japón estaban hoy reunidos, no importa que haga sigo siendo una inútil, no importa cuantos logros obtenga, nadie quiere a la apestosa Inko.

Me botaron en cuanto nació mi hermano menor, y ahora todos los días siento que me quiero morir, hace 2 días fue mi cumpleaños número 13, pero como soy Inko, nadie me lo celebra.

A las mujeres les regalan cosas lindas, vestidos, juguetes, e incluso maquillaje, a Inko le regalan basura.

Inko es basura, Inko no debió existir, eso decían mis padres sobre mi, ¿por qué? porque soy mujer, nací mujer, y por eso mi destino fue decidido.

Empecé a trapear los baños del casino, estaban sucios y aquí es donde pertenezco.

Mi estómago empezó a rugir, me sentía mareada, ¿desde cuanto que no como? ¿4 días?, con suerte puedo tomar un vaso de agua cuando no me ven.

Cuando lustraba la mugre en el suelo oía los gemidos de unos cerdos, ambos teniendo relaciones en un baño, tenía que aguantarlo, tenía que aguantarlo.

Odio estar aquí, no es mi culpa ser mujer, no es mi culpa serlo, entonces, ¿por qué me odian?

Siento los golpes sordos y me inundaban las nauseas.

Tiré el trapero y salí corriendo de allí, llegando al sector de las máquinas de juegos, olía a alcohol, humo, fluidos corporales y a moho, no puedo creer que aquí es donde juegan las personas sin dinero.

O mejor dicho, los de clase baja.

-Otra ronda más... por favor... -Un hombre se arrodillaba en el piso enfrente de un tipo intimidante.

-Te presté dinero, ahora es mi turno de romperte los huesos -empezó a golpear al hombre una y otra vez, me senté estupefacta en el suelo, la sangre casi invisible debido a la oscuridad llegaba incluso a mi ropa, los chillidos y gritos eran acallados por los llantos en si, no podía defenderse, pero ahí estaba, siendo apaleado con brutalidad.

Pasó un rato, no tengo la exactitud pero el hombre ya no se movía, me preocupé, y me dirigí hacia ellos.

-D-disculpe, detengase por favor, ya debe estar muerto.. -dije intentando elevar mi voz pero la mirada de el tipo me dejó paralizada.

Eterno [shigadeku/tomudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora