Noveno Relato

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Jamás podré cumplir con mi deber familiar, es lo que hasta hace una semana pude deducir tras pasar demasiados sucesos que han generado una eterna presión en mi persona. ¿Cómo deduje esto?, fácil, no soy quien mi familia cree y aunque quisiera fingir que lo soy, tarde o temprano llegarían a descubrirlo.

Y todo comienza hace aproximadamente unos 9 meses atrás. Una mañana tras un almuerzo en el que estábamos toda la familia reunida mi hermana menor nos confesó sin siquiera tener un toque de delicadeza que es lesbiana dejándonos a todos en un shock total. Confeso que desde hace dos años se sentía más atraída por el sexo femenino que por el masculino y con ello dio pauta a una discusión que, en un principio se veía como la habitual de dos padres homofóbicos, pero que resultó menos agravante a cómo empezó y se terminó en una aceptación de toda la familia. Con ello las siguientes noches escuche a mis padres hablando en su hija ahora "lesbiana" en su habitación, la cual estaba a un lado de la mía y que siempre se podía traspasar el sonido.

Ahí fue cuando empecé a tener mi carga y mi martirio. Con mi hermana perdieron toda la esperanza de un nieto. Al ella no tener la posibilidad de embarazarse de forma natural, y que claramente nos dijera que nunca pensaba tener hijo ya que la sociedad no estaba lista para que sus hijos no sufrieran por ser su madre y su posible pareja mujer, por tanto no quería eso. Ello provocó que una tarde cuando solo estaban mis padres y yo, ellos me hablaran de forma seria y me dijeran que yo tenía que darles descendencia.

-Es tu obligación hacerlo, ya que al ser tú una persona normal y decente debes de hacer que nuestros apellidos no se pierdan –dijo mi padre.

-Tu padre y yo no tenemos hermanos, por tanto si no obtuviésemos descendencia por ustedes nuestra casta dejaría de existir.

-¿Pero y si mi hermana al final si decide adoptar un hijo o inseminarse?, seria descendencia.

Ambos me miraron contrariado y soltaron una sarna de excusas. Que querían que fuera un nieto procreado bien y demás cosas. Así que bajo mi responsabilidad, al parecer de ellos debía tener hijos, todos los posibles, ya que i en verdad los quería eso haría por amor a mis progenitores. Además me informaron que me habían logrado conseguir una beca para estudiar en la universidad más prestigiosa que había cerca de mi ciudad. En su debido momento me alegré, pero ahora sinceramente siento que fue la peor decisión de mi vida el tomarla. Al ver los gastos que se llevaban en mi inscripción, habitación en el internado y cosas menajes al mismo casi nos gastamos un cuarto de millón. Y mis padres decían que si ese gasto se hacía era porque esperaban que yo pronto lo pudiese devolver con el fruto de mi carrera.

Entre hace 4 meses a la universidad y siento que fue un peso más a mi carga. La carrera que llevo es una que nunca fui afín a ella. Mis padres escogieron ciencias políticas, y yo en mi persona odio casi todo lo referente a burocracia y política, pero mis padres y abuelos no, tanto que mi abuelo materno fue presidente de nuestro municipio cuando él tenía 45 años aproximadamente. Por tanto, mi familia me dejo esta carrera aunque no la hubiese querido. Y las consecuencias de ello fueron notorias tras las primeras semanas y los primeros exámenes. Mis notas que en la preparatoria eran en un promedio de 9,0, ahora estaba casi en el promedio reprobatorio. Mantuve así mi promedio hasta casi acabar los primeros tres meses de mi carrera y que con ello salieron las primeras boletas. Faltaba una semana para la entrega de ellas cuanto paso un tercer peso a mi propia vida nuevamente.

En esta ocasión mi hermana fue la que hizo que la casa se estremeciera en su totalidad. Esa tarde cuando llegue a la casa mis padres estaban en el desván esperándome y de inmediato me preguntaron si sabía de ella algo. Negué totalmente y me explicaron que dejo una carta donde decía que huía con su pareja y que cuando fuera mayor de edad (lo cual sería en unos meses) regresaría y daría la razón de dicha acción. Supongo que está por demás decir que mis padres estaban furiosos y cualquier cosa hacia que explotaran y empezaran a atacarme sin sentido. Mi hermana en cambio en mi habitación solo me dejo una carta donde se disculpaba por irse sabiendo lo que con ello provocaría, pero sinceramente tras lo que pasaría la siguiente semana me negué a dárselo.

Relatos Amargos de un Café sin AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora