Primer Relato

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La noche estaba cayendo tan rápido como suele hacerlo en los finales del otoño. El frío empezaba a amainar y con ello la sensación que calaba hasta los huesos. El olor a cigarrillo seguía un poco en mi boca, pero al parecer no le molestaba en nada.

-Estamos demasiado cerca.. ¿No crees?

-¿Te parece?, -conteste.

-Se a lo que quieres llegar. Tu despecho quiere que te metas conmigo para tratar de olvidarlo y así demostrar que podías dejarlo en el momento que quisieras.

Me sorprendió un poco sus palabras, me conocía tan bien que el tratar de ocultar mis intenciones era inútil. Le acaricié la mejilla y pase mis pulgares por sus labios. Mire a sus ojos cafés... Tan profundos y a la vez tan expresivos y me dije mentalmente por un momento "¿Funcionara?"

-Si lo sabes, si sabes mis intenciones... ¿Qué dices al respecto?

-Tal vez me sienta usado -contestó -, pero igual... ¿Qué tal si yo también lo quiero?, ¿Qué tal y aunque se que el hacerlo me dará una herida tan grande el día de mañana mi corazón me dicta que lo haga?

Bajó la mirada hacia el suelo queriendo ocultar su sonrojo que apenas era perceptible con la poca luz del astro rey ocultándose a la lejanía. Mi corazón latió desbocadamente por la imagen tan tierna que me mostraba. Levante su mirada y conectándola con la mía le dije como su fuese un susurro:

-Hazlo... Tómame sin temor y de la forma más lenta posible... Y que importa el que mañana nos arrepintamos de esto, ya que si no eres tu tal vez sea otro hombre el que este a mi vera y sea quien me haga sentirme querida...

Suspiró cerrando los ojos y poniendo su frente sobre la mía. Se acerco más a mis labios y ahora fue su turno de susurrar algo.

-Tengo mucho miedo de que tras hacer esto no pueda detenerme nunca más... Tengo miedo de que una vez que esto pase tu decidas volver con él... Pero tengo más miedo de mi mismo porque mi mente dice que no lo haga, pero mi corazón me grita desesperado que es lo mejor que puedo hacer... ¿Es normal tener ese miedo?

Separe un mechón de su cabello que le tapaba el rostro y estando a escasos centímetros de rosar sus labios con los míos conteste:

-Yo también tengo miedo... Pero si ambos lo hacemos juntos podremos superarlo.

Y sin mas uní nuestros labios en un profundo beso. Sabia que estaba mal, sabía que los dos sufriríamos, pero en el momento en que los dos teníamos el corazón roto, y nuestras vidas se estaban convirtiendo en una mierda, tal vez fue la decisión mas certera que pudimos tomar en el momento...Yo con un corazón insolente que amaba a Fernando con todas sus fuerzas a pesar de que me había dejado por otra mujer... Andrés con su vana esperanza de poder formar un lazo mas allá de amigos conmigo...Dos destinos de eterno dolor enfrascados en un mundo tan pequeño y mísero...La luna como testigo de aquel pecado que cometíamos prefirió ocultarse entre las nubes, pero ella y nosotros sabíamos que era nuestra salvación en el momento indicado... Dolor que sanaba, pero también medicina que después tomaría factura muy cara...

Relatos Amargos de un Café sin AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora