𝟖. 𝐔𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐚𝐜𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐲 𝐬𝐨𝐬𝐩𝐞𝐜𝐡𝐚𝐬.

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Desde aquella noche de Halloween, comencé a juntarme más con Hermione. Hasta aquel día, siempre me repartía un poco para estar tanto con ella, como con Fay, como con mis amigas de Hufflepuff o de Ravenclaw, pero desde Halloween, gracias a haber derrotado al troll todos juntos, una curiosa unión se produjo entre los cuatro que habíamos estado en el baño, Hermione, Harry, Ron y yo, y formamos un grupo mas consolidado. La lucha contra un monstruo es algo que puede unir mucho a las personas, y yo lo sabía muy bien. Aunque por el momento, Harry me caería mejor que Ron, pues no olvidaba lo idiota que llegaba a ser a veces el pelirrojo.

Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio y el lago se congelaron. Cada mañana, los jardines aparecían cubiertos de escarcha. Por las ventanas de arriba, veíamos a Hagrid descongelando las escobas en el campo de Quidditch. La temporada de Quidditch iba a comenzar. Personalmente, era algo que a mi no me interesaba demasiado, aunque de todas maneras, seguramente iría al primer partido, Gryffindor contra Slytherin, para apoyar al equipo de mi casa. Además, sabía que si Gryffindor ganaba, nos colocaríamos segundos en el campeonato de las casas. En realidad, este campeonato tampoco me importaba demasiado, no prestaba mucha atención a los puntos que tuviéramos o no, solo quería aprender magia y estar a gusto en el castillo.

Hermione se había vuelto un poco más flexible en lo que se refería a quebrantar las reglas. El día anterior al partido los cuatro estábamos fuera, en el patio helado, durante un recreo. Hermione había hecho aparecer un brillante fuego azul, que podíamos llevar con nosotros, en un frasco. Estábamos de espaldas al fuego para calentarnos cuando Snape cruzó el patio. Me di cuenta de que Snape cojeaba, pero, la verdad, no le preste mucha atención al detalle. Eso si, nos apiñamos para tapar el fuego, no sabíamos si estaba permitido. Por desgracia, algo hizo detener a Snape. Se dio la vuelta.

—¿Qué tienes ahí, Potter?

Era el libro de Quidditch a través de los tiempos. Hermione lo había sacado de la biblioteca cuando tuvimos la primera clase de vuelo, y ahora se lo había recomendado a Harry para ayudarle en su partido. Harry se lo enseñó.

—Los libros de la biblioteca no pueden sacarse fuera del colegio —dijo Snape—. Dámelo. Cinco puntos menos para Gryffindor.

Traté de que mi incredulidad no se reflejara en mi impresión al escuchar aquello. Snape realmente buscaba cualquier excusa. Yo misma recordaba haber sacado algún que otro libro a los jardines, allá por septiembre cuando aun hacia buen tiempo, para leer fuera y en ningún momento, nadie me había dicho nada.

—Seguro que se ha inventado esa regla —murmuró Harry mientras Snape se alejaba cojeando—. Me pregunto qué le pasa en la pierna.

—No sé, pero espero que le duela mucho —dijo Ron.

En la sala común de Gryffindor había mucho ruido aquella noche. Harry, Ron, Hermione y yo estábamos sentados juntos, cerca de la ventana. Hermione estaba repasando los deberes de Harry y Ron sobre Encantamientos. Harry parecía inquieto. Se puso de pie y nos dijo que le preguntaría a Snape si podía devolverle el libro.

—Yo no lo haría —dijimos al mismo tiempo

Pero, Harry no nos hizo caso, y salió de la sala común. Hermione siguió repasando los deberes de los chicos, mientras Ron jugaba con su pluma en sus manos esperando su opinión y yo seguía con el libro que estaba leyendo, lo había sacado de la biblioteca y trataba precisamente de la magia y la mitología en la antigua Grecia, esperaba encontrar algo que, aunque no creyera que yo pudiera ser nada de lo que decían, me confirmara que tal vez lo que Dumbledore y Quirón creían podría ser cierto. Harry tardó más en volver de lo que debería haber tardado, aunque lo hizo sin el libro.

HOPE: LA UNIÓN ENTRE DOS MUNDOS. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora