𝟐𝟑. 𝐔𝐧𝐚𝐬 𝐧𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝𝐞𝐬 𝐚𝐜𝐜𝐢𝐝𝐞𝐧𝐭𝐚𝐝𝐚𝐬

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La doble agresión contra Justin y Nick convirtió en autentico pánico lo que hasta aquel momento había sido inquietud. Pero lo que mas preocupaba era el destino de Nick, pues quien fuera que estuviera haciendo esto había logrado atacar también a un fantasma, a alguien que ya estaba muerto. Después de aquel día, la gente se apresuró a reservar sitio en el expreso de Hogwarts para volver a casa en Navidad.

—Si sigue así la cosa, solo nos quedaremos nosotros —dijo Ron—. Nosotros, Malfoy, Crabbe y Goyle. Serán unas vacaciones deliciosas.

Además, la gente no dejaba de hacerse a un lado cada vez que íbamos por un pasillo del castillo por Harry. Aunque no todos, pues Fred y George lo encontraban muy divertido. En cualquier momento, le podían salir al paso a Harry y marchaban delante de el por los corredores gritando:

—Abran paso al heredero de Slytherin, aquí llega el brujo malvado de veras...

Su hermano Percy desaprobaba tajantemente este comportamiento, regañándoles a menudo diciéndoles que no era asunto de risa, aunque yo siempre me reía cuando lo hacían. Y a Harry tampoco parecía importarle que lo hicieran, supongo que estaba bien que alguien más aparte de nosotros no le tuvieran miedo. Pero sus payasadas parecían enervar a Malfoy.

— Eso es porque está rabiando de ganas de decir que es él —dijo Ron. Me mordí la lengua, seguía sin creer que Malfoy fuera el heredero de Slytherin—. Ya sabéis cómo aborrece que se le gane en cualquier cosa, y tú te estás llevando toda la gloria de su sucio trabajo.

—No durante mucho tiempo —dijo Hermione—. La poción multijugos ya está casi lista. Cualquier día revelaremos la verdad sobre él.

—Si hay algo que revelar —apunté

Por fin concluyó el trimestre, y sobre el colegio cayó un silencio poco típico. De Gryffindor apenas nos quedamos los Weasley, Harry, Hermione y yo, mas, además, unos pocos de cada una del resto de las casas.

El día de Navidad amaneció frio y blanco. Cuando desperté, el dormitorio estaba vació. Casi habitual aquellas navidades dado que Parvati, Lavender y Fay se habían ido los tres, pero me resulto raro que Hermione no estuviera. Normalmente me esperaba.

Vi entonces los regalos al pie de mi cama y sonreí. Abrí primero los dos que provenían del campamento; el siguiente fue un libro de parte de Hermione; varios paquetes de grageas de todos los sabores de parte de Ron y Harry; el jersey y el pastel de la señora Weasley; unos dulces de Hagrid que seguramente jamás probaría y una gran cesta de ranas, tabletas y todo tipo de cosas de chocolate que venían sin ninguna nota. Era extraño. Recordé el broche de un lobo del año pasado, también sin ninguna nota, y me pregunté si serían de la misma persona. Sacudí la cabeza para dejar de pensar en ello, no tenia forma de averiguarlo. Comí algo del chocolate y me vestí con el jersey y unos vaqueros. Hermione entró en ese preciso momento

—Hope, bien, ya estas despierta —dijo. Y me dio la impresión de que venia a eso precisamente, a despertarme

—Si —dije—. Oye, gracias por el libro, pero, ¿dónde estabas?

—Espera un momento —dijo Hermione—. Iba a despertar a los chicos, ¿vienes?

—Voy.

Así que bajamos las escaleras de las habitaciones de las chicas y subimos por la de los chicos hasta la ultima puerta. Abrimos y los encontramos aun durmiendo

—¡Despertad! —exclamo Hermione, abriendo las cortinas de las ventanas

—Hermione, Hope... sabéis que no podéis entrar aquí —dijo Ron, protegiéndose los ojos de la luz

—En realidad, es al revés, vosotros no podéis entrar a nuestro dormitorio —dije—. ¿Te olvidas de que hace un año exactamente también entré?

HOPE: LA UNIÓN ENTRE DOS MUNDOS. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora