𝟏𝟑. 𝐔𝐧𝐚 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐢𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧𝐚𝐥❟ 𝐥𝐥𝐚𝐯𝐞𝐬 𝐯𝐨𝐥𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚𝐬 𝐲 𝐮𝐧 𝐚𝐣𝐞𝐝𝐫𝐞𝐳 𝐠𝐢𝐠𝐚𝐧𝐭𝐞.

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Antes de darnos cuenta, teníamos los exámenes encima. Que hubiera pasado ya casi todo el curso era increíble. La del tiempo no hacía mas que ir a peor, aunque al menos ya sabía la razón pues entre tanto estudio, había encontrado tiempo para llamar al campamento por mensaje Iris y ya estaba enterada de todo lo del rayo de Zeus.

En el aula grande donde nos examinaban por escrito hacía demasiada calor, daba igual el tiempo que hiciera fuera y eso era un horror. También teníamos exámenes prácticos. El profesor Flitwick nos llamó uno a uno al aula, para ver si podíamos hacer que una piña bailará claqué encima del escritorio. La profesora McGonagall nos observó mientras convertíamos un ratón en una caja de rapé. Snape nos puso nerviosos a todos, mientras tratábamos de recordar cómo hacer una poción para olvidar. Lo hice todo lo mejor que pude. Pero creo que me salieron mejor los exámenes prácticos que los teóricos. El último examen era Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos chiflados que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estaríamos libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibiéramos los resultados de los exámenes.

—Esto ha sido mucho más fácil de lo que pensé —dijo Hermione, cuando salimos a los jardines tras el examen—. No necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de 1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.

—Cierto, tanta cosa estudiada para nada —dije resoplando

En los jardines, fuimos hacia el lago y nos dejamos caer bajo un árbol. Miré las nubes grises en el cielo, me preocupaban la verdad. No faltaba mucho para el solsticio.

—Basta de repasos —suspiró aliviado Ron, estirándose en la hierba—. Puedes alegrarte un poco, Harry, aún falta una semana para que sepamos lo mal que nos fue, no hace falta preocuparse ahora.

—¡Me gustaría saber qué significa esto! —estalló Harry enfadado—. Mi cicatriz sigue doliéndome. Me ha sucedido antes, pero nunca tanto tiempo seguido como ahora.

—Ve a ver a la señora Pomfrey —sugirió Hermione.

—No estoy enfermo —dijo Harry—. Creo que es un aviso...

—¿Un aviso de que? —dije

—De que se acerca el peligro...

—Harry, relájate —dijo Ron—. Hermione tiene razón, la Piedra está segura mientras Dumbledore esté aquí. De todos modos, nunca hemos tenido pruebas de que Snape encontrará la forma de burlar a Fluffy. Casi le arrancó la pierna una vez, no va a intentarlo de nuevo. Y Neville jugará al quidditch en el equipo de Inglaterra antes de que Hagrid traicione a Dumbledore.

Harry asintió. Yo me tumbe en el césped con la cabeza sobre mis manos. Pero, Harry, súbitamente, se puso de pie de un salto sorprendiéndonos. No, no se podía estar quieto.

—¿Adónde vas? —preguntó Ron.

—Acabo de pensar en algo —dijo Harry—. Tenemos que ir a ver a Hagrid ahora.

—¿Por qué? —suspiró Hermione, mientras nos levantábamos.

—¿No os parece un poco raro —dijo Harry, mientras caminábamos— que lo que más deseara Hagrid fuera un dragón, y que de pronto aparezca un desconocido que casualmente tiene un huevo en el bolsillo? ¿Cuánta gente anda por ahí con huevos de dragón, que están prohibidos por las leyes de los magos? Qué suerte tuvo al encontrar a Hagrid, ¿verdad? ¿Por qué no se me ocurrió antes?

Fruncí el ceño, y abrí la boca ligeramente sin llegar a decir nada. Si que era raro.

—¿En que estas pensando? —pregunto Ron

HOPE: LA UNIÓN ENTRE DOS MUNDOS. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora