𝟐𝟔. 𝐀𝐫𝐚𝐧̃𝐚𝐬❟ 𝐚𝐫𝐚𝐧̃𝐚𝐬 𝐲 𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐫𝐚𝐧̃𝐚𝐬.

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El verano estaba a punto de llegar a los campos que rodeaban el castillo. El cielo y el lago se volvieron del mismo azul claro y en los invernaderos brotaron flores como repollos. Pero sin poder ver a Hagrid desde las ventanas del castillo, aquel paisaje no era lo mismo; y lo mismo podía decirse del interior del castillo, donde las cosas iban de mal en peor. Habíamos intentado visitar a Hermione, pero incluso las visitas a la enfermería estaban prohibidas. Ahora que Dumbledore no estaba, el miedo se había extendido más aún. Apenas se veía en el colegio un rostro que no expresara tensión y preocupación. Lo peor para Ron y para mi era que Harry quería seguir la indicación de Hagrid, pero no parecía haber quedado en el castillo ni una sola araña a la que seguir.

—Siempre pensé que mi padre sería el que echara a Dumbledore —decía Malfoy en una clase de pociones—. Ya os dije que él opina que Dumbledore ha sido el peor director que ha tenido nunca el colegio. Quizá ahora tengamos un director decente, alguien que no quiera que se cierre la Cámara de los Secretos. McGonagall no durará mucho, sólo está de forma provisional...

Snape pasó al lado de Harry sin hacer ningún comentario.

—Señor —dijo Malfoy—, señor, ¿por qué no solicita usted el puesto de director?

—Venga, venga, Malfoy —dijo Snape—. El profesor Dumbledore sólo ha sido suspendido de sus funciones por el consejo escolar. Me atrevería a decir que volverá a estar con nosotros muy pronto.

—Ya —dijo Malfoy—. Espero que mi padre le vote a usted, señor, si solicita el puesto. Le diré que usted es el mejor profesor del colegio, señor.

Snape paseaba sonriente por la mazmorra, afortunadamente sin ver a Seamus, que hacía como que vomitaba sobre el caldero, mientras yo me aguantaba la risa al verle.

—Me sorprende que los sangre sucia no hayan hecho ya todos el equipaje —prosiguió Malfoy—. Apuesto cinco galeones a que el próximo muere. Qué pena que no sea Granger...

La campana sonó en aquel momento, y fue una suerte, porque al oír las últimas palabras, Ron había saltado del asiento para abalanzarse sobre Malfoy, aunque con el barullo de recoger libros y bolsas, su intento pasó inadvertido.

—Dejadme —protestó Ron cuando lo sujetamos entre Harry y yo—. No me preocupa, no necesito mi varita mágica, lo voy a matar con las manos...

Pero no lo soltamos. Pero, si tengo que ser sincera, yo también tenía que contenerme. Vale que nos odiara, pero no me esperaba aquellas palabras.

—Daos prisa, he de llevaros a Herbología —gritó Snape, y salimos en doble hilera. Snape se quedó en la puerta del castillo y continuamos por la huerta hacia los invernaderos.

La clase de Herbología resultó triste, porque había dos alumnos menos: Justin y Hermione. La profesora Sprout nos puso a todos a podar las higueras de Abisinia. Harry, Ron y yo nos pusimos con Ernie y Hannah. Ernie respiró hondo y dijo:

—Sólo quiero que sepas, Harry, que lamento haber sospechado de ti. Sé que nunca atacarías a Hermione Granger y te quiero pedir disculpas por todo lo que dije. Ahora estamos en el mismo barco y..., bueno...

Avanzó una mano regordeta y Harry la estrechó.

—Ese tal Draco Malfoy —dijo Ernie—, parece que se ha puesto muy contento con todo esto, ¿verdad? ¿Sabéis?, creo que él podría ser el heredero de Slytherin. ¿Crees que es Malfoy, Harry?

—No —respondió Harry con tal firmeza que Ernie y Hannah se lo quedaron mirando.

—Es demasiado estúpido —dije con cierta brusquedad. Necesitaba desahogarme.

HOPE: LA UNIÓN ENTRE DOS MUNDOS. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora