𝟗. 𝐔𝐧𝐚 𝐧𝐚𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐲 𝐮𝐧 𝐜𝐮𝐫𝐢𝐨𝐬𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐣𝐨

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La Navidad cada vez estaba más cerca. Una mañana de mediados de diciembre despertamos y descubrimos Hogwarts cubierto por dos metros de nueve. El lago estaba sólidamente congelado. Todos estábamos impacientes de que empezaran las vacaciones. Una semana antes, la profesora McGonagall paso haciendo una lista de quienes se quedarían en el colegio por Navidad. Yo había decidido apuntarme tras mucho meditarlo. Era cierto que echaba muchísimo de menos el campamento, en especial a Annabeth y Luke, pero quise quedarme, por lo menos estas navidades, para saber cómo era pasarlas en el castillo. Y siempre tenía los mensajes Iris. Harry y los Weasley también se quedaban, así que no estaría nada mal.

Cuando el penúltimo día de clases, salimos de clase de pociones, nos encontramos con un gran abeto que ocupaba el extremo del pasillo. Dos enormes pies aparecían por debajo del árbol y un gran resoplido nos indico que Hagrid estaba tras el.

—Hola, Hagrid. ¿Necesitas ayuda? —pregunto Ron

—No, va todo bien. Gracias, Ron.

—¿Te importaría quitarte de en medio? —La voz de Malfoy nos llegó desde atrás. Siempre tenía que estar ahí para molestar—. ¿Estás tratando de ganar algún dinero extra, Weasley? Supongo que quieres ser guardabosques cuando salgas de Hogwarts... Esa choza de Hagrid debe de parecerte un palacio, comparada con la casa de tu familia.

Ron se lanzó contra Malfoy justo cuando aparecía Snape en lo alto de las escaleras.

—¡WEASLEY!

Ron soltó el cuello de la túnica de Malfoy.

—Lo han provocado, profesor Snape —dijo Hagrid—. Malfoy estaba insultando a su familia.

—Como si eso le importara a Snape mientras pueda quitar puntos a Gryffindor —murmuré

—Lo que sea, pero pelear está contra las reglas de Hogwarts, Hagrid —dijo Snape—. Cinco puntos menos para Gryffindor; Weasley, y agradece que no sean más. Y ahora marchaos todos.

Malfoy, Crabbe y Goyle pasaron bruscamente, sonriendo con presunción. Pensé que, seguramente si no hubiera sido por Hagrid, Gryffindor hubiera perdido unos cuantos puntos más.

—Voy a atraparlo —dijo Ron—. Uno de estos días lo atraparé...

—Los detesto a los dos —añadió Harry—. A Malfoy y a Snape.

—Dejadlo, no se puede hacer nada si son idiotas —dije

—Arriba el ánimo, ya es casi Navidad —dijo Hagrid—. Os voy a decir qué haremos: venid conmigo al Gran Comedor; está precioso.

Seguimos a Hagrid hasta el Gran Comedor. El salón estaba espectacular. Guirnaldas de muérdago y acebo colgaban de las paredes, y no menos de doce árboles de Navidad estaban distribuidos por el lugar, algunos brillando con pequeños carámbanos, otros con cientos de velas.

—Esto es genial —dije asombrada

—¿Cuántos días os quedan para las vacaciones? —preguntó Hagrid.

—Sólo uno —respondió Hermione—. Y eso me recuerda... Harry, Ron, Hope, nos queda media hora para el almuerzo, deberíamos ir a la biblioteca.

Suspiré con cansancio. Nunca pensé que me aburriría de la biblioteca. Quería saber quien era Flamel tanto como ellos, pero ya era demasiado tiempo en aquel lugar.

—Sí, claro, tienes razón —dijo Ron.

—¿La biblioteca? —preguntó Hagrid—. ¿Justo antes de las fiestas? Un poco triste, ¿no creéis?

—Oh, no es un trabajo —explicó Harry—. Desde que mencionaste a Nicolás Flamel, estamos tratando de averiguar quién es.

—¿Qué? —Hagrid parecía impresionado—. Escuchadme... Ya os lo dije... No os metáis. No tiene nada que ver con vosotros lo que custodia ese perro.

HOPE: LA UNIÓN ENTRE DOS MUNDOS. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora