¿adiós?

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-Hola papá.

Mis piernas tiemblan, me siento pequeña, diminuta. Es un hombre intimidante. Aunque nunca le he temido tanto como hoy.

-¿Hola papá? ¿Es lo único que me vas a decir? -el tono de su voz es glacial. Un escalofrío recorre mi espina dorsal.

-¿Como estas?

-Estas en problemas, Camila. En graves problemas. Ya arreglamos en casa.

Palidezco. Esto no pinta bien. Nunca había visto tanta ira en su mirada. ¿Ahora que? ¿Salgo ocurriendo? No. Mi padre es un hombre que no tiene problemas en encontrar una persona.

Recuerde a Daniel y que no podía dejarlo aquí.

-Papá, mi amigo todavía está allí adentro. No puedo dejarlo aquí...

Mi padre arqueo una ceja. Su mirada se vulvio más dura. Oh no.

-Si. He oído de el. ¿El que te ayudó a robar el yate?

-Si. Bueno no...

-Ya. No te quiero escuchar más. El auto está afuera, ve. Yo me encargaré de lo demás.

-¿Que vas a hacer? -le pregunte.

-Firmar unos papeles, voy en seguida.-me espeta.

-Padre, por favor. No puede quedarse aquí.

-No me interesa si se queda aquí o no, no es mi problema.

Mi padre es duro como una roca. Un italiano con mente vieja. ¿Ahora que? No puedo dejarlo aquí. Estoy furiosa con el, pero no soy una mala persona después de todo. El me salvó una vez, se lo debo. Daniel Te odio.

-No me iré sin el. -dije cruzandome de brazos. Mi padre abrió mucho los ojos. Seguro después de esto voy a estar en graves problemas.

-No creo que estés en una posición de negociar.

-Papá el me salvó hace unos días de unos tipos que me querían agredir sexualmente, no puedo dejarlo aquí, se lo debo. Por favor. -le suplique.

El se quedo atónito por la información. Después se lo tendre que explicar. Lo sé. Suelto un suspiro, y miro su reloj.

-Me tendrás que explicar muchas cosas cuando lleguemos a casa. ¿No te pasó nada grave, verdad? -depronto todo el irradiaba preocupación. Se que me ama, y mataría todo aquel que me hiciera daño.

-No papá, no me pasó nada gracias a el, ¿lo sacaras?

-Bueno, lo sacaré. Pero con una condición.

-¿Cual?

-No quiero volver a verlos juntos. Nunca. ¿Entendido?

Parpadee. No se si pueda cumplir esa condición. Aunque después del problema que me he metido por su culpa no estoy segura se que quiera volver a estar junto a él.

-Si eso es lo que quieres. -dije con sequedad.

-Bien. Ahora ve al auto, yo me encargaré del resto.

-Si no te importa, tengo algo que decirle antes de irme.

-Camil...

-No tardará mucho.

-Esta bien. -mi padre se dirigió hacia un pequeño cubículo con una ventanilla de cristal. Al otro lado había una Policía, afroamericana de unos treinta años.

Mi padre estaba hablando con ella mientras yo esperaba inquieta. ¿Que le voy a decir a Daniel cuando salga? No lo sé. Pero tengo que terminar lo que sea que tengamos.

-Esta hecho, Camil. Yo iré a esperar en el auto mientras hablas con ese muchacho. No tardes o vendré a por ti y no será lindo. -exclamo mi padre. Yo asentí con la cabeza y el salió por la puerta.

Me comencé a morder las uñas, pero ya no me quedaba nada que morder. Fruncí el ceño, se ven horribles.

Cuando levante la mi mirada Daniel está al otro lado de la sala mirándome fijamente muy serio. Me puse nerviosa, no se que le voy a decir. El se acerco despacio a mi, cauteloso. Registrando la expresión de mi rostro. Quedo a unos centímetros de mi. Pude percibir su maravilloso olor mezclado con sudor y mar.

-Te lo voy a pagar. -Su voz me saco de mi ensoñación.

-¿Que?

-La fianza. Te la pagaré.

-No es necesario, Daniel yo...

-No me gusta deberle nada a nadie, Stuart. -de pronto su voz era fría ¿no soy yo la que debería estar enojada? Me aleje un paso de el y lo fulmine con la mirada.

-Bueno, no nesecito que me pagues nada.-resople. Esto no era lo que iba hablar con el. -Nesecito decirte algo.

-Dilo. -su mirada se suavizo un poco. Bueno aquí va.

-Lo que pasó entre nosotros, fue algo estúpido de principio a fin. Nisiquiera te conozco. No se por que accedí a hacer esta estupidez.

-Claro que me conoces. -me miro confundió como si no entendiera mis palabras.

-No, Daniel. No te conozco. No se nada de ti.

-¿Y por que me besaste?

-Tú me besaste.

-Bueno tu no me detuviste. -sé volvió a acercar a mi. Yo trague saliva, mi padre me dijo que no tardará y ya me estoy tardando mucho.

-No significó nada. -le dije. Paro en seco y me miro, con una mezcla de incredibilidad y furia.

-¿No significó nada?

-No.

Si, significó mucho.

Su mirada se volvió cada vez más fría. Tenso la mandíbula. No me aparto sus ojos de mi ni por un segundo.

-Genial.-dijo por fin. Su voz es grave, furibunda. -¿Sabes por que hiciste esa estupidez?

-¿Que estupidez? -pregunte tratando de entender a cual de todas las estupideces que hecho se refiere.

-La de escapar conmigo, robar el yate y besarme ¿sabes por que lo has hecho?

-Por qué estaba confundía. -ni yo misma me lo creí.

-¿Confundida? No. -suelta una risa irónica. -Por qué estas aburrida con tu vida. Tus días son tan miserables que siempre estás en busca de alguna pizca de acción, emoción. Y lo has encontrado en mi, yo puedo hacerte vivir. Lo sabes.

-Estoy feliz con mi vida.

-No eres feliz, puedo verlo.

No se por que de repente me dieron unas ganas inmensas de llorar. Tal vez sea por que en el fondo se que es cierto todo lo que dice.

-No me conoces lo suficiente para decir eso. -Contraataco.

-No necesito conocerte para saberlo.

Una lágrima se escapo de mi ojo pero la seque rápidamente, me enderece y dije con el tono más frío del que era capaz:

-No quiero volver a estar contigo.

-Perfecto, yo tampoco.

No se por que esas palabras me dolieron. Joder que apenas lo conozco. Lo mire una última vez y salí de la estación de Policía.

Diario de un adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora