03︱la realidad

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KYLE AÚN recordaba la sonrisa que Kathe le dió antes de irse. Ella se encontró bien, no había nada en sus actitudes que dijera que de un momento para otro desapareciría de la faz de la tierra. Literalmente.

Él sabía que ella era bastante popular. Ambos lo eran. Junto a su grupo de amigos podría fácilmente controlar el instituto como quisieran. Pero a ellos no les interesaba todo eso. Sólo querían vivir su vida sin reglas y sin nadie que les dijera qué hacer y qué no hacer.

Desde que Katherine desapareció, toda la vida de Kyle parecía ir en espiral. Los últimos meses, lo único que hacía era pelear con sus padres, mucho más de lo habitual. Nunca tuvo una buena comunicación con ellos, ya que el estatus y la vida social eran mas importantes para sus padres que el bienestar de su hijo. Y sus hermanos mayores no estaban allí para apoyarlo. Ambos se ido a la universidad. Su hermana estudiaba psicología y su hermano administración de empresas, para algún día heredar el dinero y la empresa de sus padres.

Él era la oveja negra de la familia, claro está. Nació debido a la infidelidad de su padre, que engañó a su madrastra con su madre biológica, y esta dejó a Kyle fuera de su casa para luego fugarse y desaparecer. Aunque hace poco y después de mucho arrepentimiento y disculpas de por medio, lograron retomar el contacto. Y es poco, ya que ella está empezando a retomar su vida normal después de salir de rehabilitación. Todo esto a espaldas de su padre.

Kyle se tuvo que criar allí con él entonces. Toda la familia sabía de esto, excepto los medios, claro está. Su padre no podía permitir que los demás se enteraran de aquel hecho tan desagradable, y se lo hacía saber a Kyle cada día de su vida.

Hubo momentos en que, cuando era mas jóven, creía que todo el mundo lo odiaba, que su presencia en la tierra no era necesario y que sólo era un gasto de oxígeno. Casi se lo creyó completamente hasta que conoció a Scott. Scott Rivera, el chico que lo salvó de una pelea en un callejón y lo llevó a tomar cervezas más tarde. Él. Su mejor amigo.

Soledad. Eso era lo que siempre lo había asustado. Pero nunca dejó que nadie más lo supiera. Todos excepto Scott, que parecía que viera dentro de él, tan profundamente que conocía todos sus pensamientos y todo lo que sentía y se guardaba para sí mismo.

Encendió un cigarrillo, al mismo tiempo en que subía las escaleras para llegar a las puertas de la escuela. Había estado faltando varios días últimamente, y ahora el director quería hablar con él. Genial.

Se sentía... vacío. No sabía si esa era la palabra exacta. Aún estaba conmocionado por todo lo que había ocurrido, pero lo que más le molestaba era que no recordaba mucho qué pasó esa noche. Y es precisamente eso lo que es útil para saber qué le había ocurrido a Kathe.

Había estado investigando. A espaldas de sus amigos, ya que entre todos, después de las sospechas e interrogaciones de la policía habían quedado en que no se hablaría más del tema, y hacer como si nada hubiese ocurrido.

Pero él no podía hacer eso.

Revisó mensajes, fotografías antiguas y buscó cosas de Katherine olvidadas en su casa. Pero todo fue en vano.

Se había ido.

Y no sabía si algún día regresaría.

Al caminar por los pasillos supo que estaba en problemas. Estaba vacío, todos estaban en sus respectivas clases. Pero él tenía que ir a la oficina del director primero.

Al llegar a la oficina, apagó el cigarro que aún tenía entre sus dedos y tocó dos veces antes de que una voz profunda le dijera que entrara. Abrió la puerta y la cerró inmediatamente. Caminó, con la mirada atenta del Director Wallace en él. Se sentó y esperó a que este último hablara.

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