AL DÍA SIGUIENTE, Kyle caminó sigilosamente hacía la gran casona. Restos de adornos y piezas de decoración estaban esparcidos por la entrada.
Subió lentamente las escaleras, para encontrarse con un par de guardias en la entrada. Ya había tocado el timbre de las rejas de entrada hace unos minutos. Dijo su nombre e inmediatamente lo dejaron pasar. Conocía a Marshall prácticamente desde que nació. Sus hijos solían jugar con él cuando era un niño, por lo que muchas veces visitó este lugar.
Al llegar junto a los guardias, les dio una media sonrisa, totalmente confiada, y entro a la casa. Olía a productos de limpieza, mezclado con un aroma que parecía ser lavanda.
Observó a su alrededor, para ver si podía llegar y subir directamente las escaleras, pero en eso vio como la figura de Marshall emergía por el salón principal hacía su encuentro.
─¡Kyle! Muchacho, ayer no tuve tiempo para verte. Estabas allí ¿no? Tu padre me lo confirmó pero nunca te encontré. También dijo que estabas con esos amigos tuyos, por lo que supuse que la velada fue demasiado para ti y te fuiste más temprano, ¿no es cierto?
─Hola Marshall. Sí, la verdad es que nos aburrimos y nos fuimos a penas pudimos.
─Jaja, lo supuse. Ahora ven, cuéntale a este viejo cómo te ha ido en la escuela. Te queda poco para adentrarte a la vida adulta. Siento que debes aprender un par de cosas. Dime, ¿no te has metido en muchos problemas verdad?
─Los suficientes para que la escuela me castigara los tres siguientes meses.
─Bueno, todos hemos sido jóvenes alguna vez ¿verdad? ─Dijo mientras soltaba un suspiro y se sentaba en el gran sofá de la sala con una copa de vino en su mano. ─ Deberías dejar de hacerle pasar tantos malos ratos a tu padre. Ya no está para esas cosas. Sabes que siempre puedes confiar en mí, sobre cualquier cosa.
Le parecía divertido, ya que él sabía lo unidos que eran él y Katherine. Ella siempre iba a su casa y él los veía a ambos, y los saludaba. Y, sin embargo, nunca tocó el tema de la desaparición. Hizo como si no hubiese pasado nada. Ni un lo siento, o alguna palabra de consuelo por haber perdido a su mejor amiga.
─Sí, lo sé. ─Respondió cortante. Obviamente jamás le diría nada. Pero tenía que ganar aún más su confianza para poder subir y dejar las llaves donde estaban.
─Bien, quédate aquí mientras yo busco a Clara para que nos prepare algo para comer, ¿qué te parece eso?
─Eh, de hecho vengo de pasada. Ya sabes, para escapar un rato de casa y saber cómo estabas y eso. Por cierto, quería preguntarte ¿puedo usar el baño?
─Por supuesto. Ve, ve.
─Gracias.
Entonces subió rápidamente las escaleras de dos en dos, y mientras corría por los pasillos hacía la oficina, miró a sus espaldas para ver si alguien lo seguía. Y por suerte, estaba solo.
Cuando llegó, abrió rápidamente la puerta y se dirigió hacia la estantería en donde se encontraba el libro que contenía la otra llave. Guardó la original en su lugar y devolvió el pequeño objeto en donde estaba antes.
Luego, mientras caminaba hacía la puerta, esta se abre revelando la figura de Marshall, que lo miraba con una expresión confusa en su rostro.
─¿Qué haces aquí? Pensé que estarías en el baño.
─Ah, sí, yo sólo... me perdí, y... quería ver cómo se encontraba tu oficina. Está distinta de la última vez que entré aquí. Y lo digo porque cuando era más pequeño no nos dejabas entrar, a ninguno de nosotros.
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A good guide for amateur detectives
Mystery / ThrillerAurora Davis, una chica de diecisiete años, amante de los misterios y de los crímenes sin resolver, decide que para su proyecto de final de año investigará la desaparición de una chica de su pueblo ocurrida seis meses antes. Según la policía y la m...