LA VERDAD que colarse como mesera no fue su primera idea. Pero luego de pensarlo dos veces se auto convenció de que definitivamente funcionaría. Nadie le prestaría atención a una simple mesera.
Dejó estacionada su bicicleta en uno de los estacionamientos para los funcionarios. Se acercó hasta una de las puertas laterales del lugar. La gran Mansión de estilo victoriano, pero ya bastante modernizada, se encontraba a un lado de la casa de empleados, pero cuando uno entraba suponía que de alguna forma estarían conectadas desde adentro.
Analizó bien la entrada. Estaba adornada de una manera simple pero llamativa. Largas cortinas de luces brillantes y blanquecinas colgaban de los grandes pilares que allí se encontraban. Más afuera de la entrada había un cartel dentro de una caja de vidrio, bien colocado en la cerámica de piedra simil, en donde se leía "Cena Benéfica - Fundación Hands On Asheville".
Observó cómo la gente bajaba de sus limosinas o de sus autos excesivamente caros y caminaban hacía la entrada en donde algunos guardias checaban sus entradas. Los hombres, en su mayoría iban vestidos con elegantes esmóquines de diversos colores, aunque los más repetidos fueron el negro y el blanco. Las mujeres llevaban vestidos hermosos y simples, algunas con largos abrigos de pieles, para protegerlas del frío clima de esa noche. Rory deseaba haber traído algo para abrigarse.
Su traje consistía en una falda por arriba de sus rodillas, negra y simple, una blusa delgada y abotonada hasta el cuello de color blanco perla, un delantal cuadrado negro y liso que iba cruzado en la parte baja de su espalda, y como la noche estaba particularmente fría, tenía puesta unas pantimedias de color negro que combinaban con su falda, y su cabello castaño claro lo llevaba recogido en una coleta simple. Ocupó sus botas negras simples ya que no sabía que más usar, pero al llegar al lugar y mezclarse con las otras trabajadoras nadie le dijo nada.
Al entrar a la cocina, se encontró con miles de trabajadores corriendo de allá para acá, asegurándose de que todo saliera a la perfección. Por allí escuchó que servirían los aperitivos antes de la cena principal, por lo que Rory pensó que debería esperar un poco más antes de aventurarse a investigar cada rincón de la gran casona.
Estaba a punto de llegar a una esquina de la cocina cuando llegó un señor buen vestido. Diría que tenía unos treinta años o más quizás, que la detuvo a mitad de su camino.
─¿Qué haces tú aquí? Deberías estar con las demás meseras, ven, rápido, no me hagas perder el tiempo.─Y así como así, sin darle la oportunidad de replicar, la arrastró hacía un grupo de meseras, vestidas como ella, que charlaban entre sí a las afueras de una puerta de metal de dos puertas.
Rory se mantuvo de pie a un lado de ellas, incómodamente, sin saber qué hacer o qué decir. Observó que todas ellas traían una pequeña manta blanca, que cualquiera confundiría con una pequeña toalla, apoyada en sus antebrazos, por lo que al mirar a su alrededor y notar una columna de estas mismas, apiladas unas sobre otras, cogió una rápidamente e imitó a las demás.
Al cabo de unos minutos, las puertas de metal se abrieron de par en par y todas ellas empezaron a avanzar hacia el frente, mientras les entregaban pequeñas bandejas circulares de color negro que contenían algún tipo de canapé con algunos vegetales pequeños vertidos encima y un trocito de salmón.
La verdad es que la variedad de aperitivos era enorme. Los canapés eran sólo en esas bandejas, al mirar a sus costados, admiró miles de bandejas iguales con distintos tipos de comidas pequeñas, muy coloridas y colocadas perfectamente en delgados platos de vidrio blanco.
¿Por qué a la gente rica le gustaba comer platos en donde el tamaño de la comida no doblaba ni por creces el tamaño de sus puños? Hasta Baxter comía más que eso...
Al llegar su turno, uno de los hombres encargados de pasar las bandejas le entregó una. Con su mano derecha apuntó hacía una esquina en donde se encontraban charlando algunos caballeros bien vestidos con copas en sus manos. Ella infirió a que el hombre le decía que fuese a ofrecer canapés allí por lo que caminó lentamente hacía ellos.
Nunca había trabajado de mesera. Y ahora sabe bien porqué. Su buen equilibrio era casi nulo, por lo que estuvo a punto de desparramar los platos por el piso en varias ocasiones, pero finalmente logró llegar hasta los hombres.
Se fijó en sus caras para ver si podía reconocer a alguno o al menos si encontraba a Marshall, pero todos eran desconocidos para ella.
Les ofreció amablemente los productos de su bandeja y ellos aceptaron alegremente. Cuando terminó de repartir todos los canapés de su bandeja, se devolvió a la cocina y se quedó un par de minutos allí, al lado de una cocinera, que en esos momentos se encontraba picando verduras con un gran cuchillo afilado.
─¿Qué haces aquí chica? Pensé que quedaban más bandejas que repartir.─Rory estaba tan absorta en sus pensamientos que casi no se dió cuenta de que la mujer le dirigió la palabra.
─Oh, sí, es que es mi primer trabajo y creo que trabajar entre tanta gente me mareó un poco... así que vine a descansar por algunos minutos.
─Pues tendrás que acostumbrarte. Así es el trabajo. Y aprovechando que no estás haciendo nada, ayúdame a cortar estas verduras. De tanto picarlas, mis manos ya se están acalambrando.
─Claro.
Y así, Rory se movió un poco más cerca de ella para agarrar un tomate grande y rojizo y le empezó a quitar la cáscara. Empezó a conversar con la mujer que trabajaba a su lado. Al parecer estaba bastante emocionada ya que hace pocos días había nacido su nieto, y le estaba contando cómo se encontraba su familia y lo feliz que la hacía verlos todos unidos. Iba como en su tercer tomate cuando el que parecía el gerente del lugar, entró a la cocina y les avisó que en dos minutos más se serviría el primer plato principal. Era su oportunidad.
─Bueno, tengo que irme. Le dejé los tomates en una fuente por allá.
─Bien, gracias niña. Ayudaste bastante a esta pobre anciana. Buena suerte en el resto de tu día.
─Gracias, igualmente.
Y con una pequeña sonrisa de agradecimiento, Rory caminó hasta el salón principal, repitiendo la misma rutina de antes.
Después de unos minutos paseándose por el salón, entregando platos llenos de sopa caliente o ensaladas con diferentes tipos de salsa, se desocupó lo suficiente como para escabullirse por unas escaleras alternativas que había detrás de unos grandes pilares a un lado del gran salón. Observó a su alrededor, verificando que nadie la estuviera siguiendo ni observando, y cuando ya estuvo segura,retomó su camino hacía el piso de arriba, sin notar un par de ojos que la seguían desde el otro lado de la habitación.
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A good guide for amateur detectives
Mystère / ThrillerAurora Davis, una chica de diecisiete años, amante de los misterios y de los crímenes sin resolver, decide que para su proyecto de final de año investigará la desaparición de una chica de su pueblo ocurrida seis meses antes. Según la policía y la m...