Veo una luz blanquecina y brillante que ciega mis ojos. No puedo ver lo que hay detrás de ella. La luz se va volviendo poco a poco más tenue. Una figura se va acercando a mí. Está sonriendo y saludandome con la mano. Mi abuelo me mira. Está más feliz que nunca. Quizás morir no es tan malo como todo el mundo cree. Todos tenemos miedo a morir. Pero, ¿por qué? Todos tenemos miedo de perder nuestra vida, de dejar de vivir, pero, ¿es eso lo que nos preocupa realmente?. No. Nos preocupa saber que dejamos aquí a gente que nos quiere. Está claro que tenemos miedo a perder nuestra vida, pero sobre todo tenemos miedo al dolor que sienten esas personas que tanto nos quieren cuando nos hemos ido, cuando somos polvo de nuevo y no hay vuelta atrás. Ellos sienten la muerte más que nosotros mismos. No existe el miedo a la muerte, existe el miedo hacia el dolor. Otra vez el dolor aparece enmedio de una situación inadecuada.
Mi abuelo está tendiendome su mano. Tengo ganas de estar a su lado y poderme sentir protegida de nuevo, como cuando era pequeña. Le miro. Tiene un brillo especial, está diferente a la última vez que lo vi. Nunca había visto esa sonrisa en la cara de mi abuelo. Quiero abrazarlo y reír con él. Me acerco aún más. Estoy rozando ya sus dedos cuando alguien tira de mí hacia atrás. Su mano es suave y aprieta mi mano con fuerza. Intento escaparme de él, como una liebre que acaba de caer en la trampa de un cazador furtivo. Me está haciendo daño. Miro a mi abuelo, sigue sonriendo. Estoy cambiando de opinión, morir es horrible. Me giro para ver a quien pertenece esa mano de la que no puedo liberarme. No está feliz, tiene ojeras debajo de sus ojos. Su pelo está alborotado y casi no es visible por la luz que da él, camuflándose. Como no, siempre lo arruina todo. Miro a los ojos azules de Tobias y me deshago de él.
-¡Catherine, por favor!-me dice Tobias llorando.
No tengo porque irme con él. Me dejo cuando era una de las personas que yo más quería. No estoy obligada a confiar en él. No quiero confiar.
Miro a mi abuelo y corro hacia el con ganas de abrazarlo, de encontrarme entre sus brazos. Justo cuando estoy a punto de abrazarlo, mi abuelo me para. No quiere que le abrace. Él sigue sonriendo.
-Catherine, por favor, ven conmigo.-me dice de nuevo Tobias.
No le miro. No quiero escucharle ni mirarle. No merece nada que venga de mí. Sólo quiero estar con mi abuelo, irme con él y como no, Tobias vuelve a arruinarlo todo. Sigo mirando a mi abuelo mientras noto la respiración de Tobias en mi nuca, está muy cerca de mí. Mi abuelo levanta un dedo y señala a Tobias.
-Escucha al chico-me dice de una manera muy dulce. Como añoraba su voz.
Miro a Tobias. Una lágrima está cayendo por su mejilla. Sus ojos estan hinchados y sus ojeras enormes parecen pintadas bajo ellos. Me coge de la mano. Quiero deshacerme de el. Miro a mi abuelo, quiere que escuche al chico. Tobias me acaricia la mano con la suya muy suavemente y con dulzura. Me mira a los ojos. No puedo negar que su mirada me sigue matando. Sigue provocando en mí sentimientos que florecen solo cuando él me mira . Puede que sea amor, que esté enamorada de él o que, simplemente, añore que alguien me mire de esa manera. Añoro que sus ojos me miren de esa manera. Le añoro a él.
-Te quiero-dice mientras llora y su voz se quiebra-. No puedo estar un día más sin tenerte a mí lado. Sin besarte; sin sentir tus brazos rodeando mi cuello; sin ver tu sonrisa cada mañana, cuando te recojo para ir juntos a dar un paseo cogidos de la mano; sin oler tu perfume; sin nuestras pequeñas peleas que acaban en cosquillas; sin llamarte fea; sin abrazarte; sin decirte que te quiero. No aguanto un día más sin ti. Te amo, ¿lo entiendes?-llora aún más, con el corazón encogido como un niño pequeño. No deja de mirarme- No puedes dejarme ahora.
Tobias agacha la cabeza y mira al suelo. No puedo evitarlo. Le cojo de la barbilla suavemente y le obligo a que me mire. Lo miro a los ojos y le sonrio. El sigue llorando, le limpio las lágrimas de debajo de sus ojos y sin poder evitarlo lo abrazo. Me giro y miro a mi abuelo que sigue sonriendo.
-Gracias por todo, abuelo-le digo sonriendo y el me sonríe de nuevo.
Le doy un beso en la mejilla y vuelvo con Tobias. Le doy la mano y le miro: sus ojos de nuevo no. Aparto la mirada y me giro para mirar a mi abuelo. Le sonrío. Le echaré de menos. Le digo adiós con la mano. Él me devuelve el gesto y se marcha dirigiéndose a la luz blanquecina que se lo traga y lo esconde tras ella.
ESTÁS LEYENDO
La Elegida
Science FictionDos palabras que ahora le dan nombre: La Elegida. Una realidad que se convirtió en mentira: Su vida. Un nombre que puede condenarla: Catherine Slyon. Soy Catherine Slyon, vivía en Regiwick antes de que la realidad saliera a la luz, antes de salir de...