Capítulo 17.

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-Catherine.
Quito sus manos de mis brazos y estoy a punto de correr cuando sus manos me vuelven a atrapar.
-Ryden, por favor-digo mientras lágrimas caen de mis ojos.
-Vamos.
Me coje de los brazos y me arrastra por el pasillo hasta llegar a una puerta.
-1153R-dice Rayden mirando hacia la puerta-, abrir puertas.
Intento quitar sus manos de mis brazos, pero su fuerza es muy superior a la mía.
El pasillo es exactamente igual a los anteriores: un largo pasillo gris sin iluminación natural. Mis pies resbalan por el suelo de mármol mientras intento ponerme en pie pero Ryden no para de arrastrarme y no puedo estabilizarme.
-¡Me estás haciendo daño! ¡Por favor!-le digo a Ryden mientras las lágrimas no dejan de caer por mis mejillas y caen en mi ropa oscureciéndola poco a poco.
Me mira directamente con sus ojos verdes y me tapa la boca con su mano. Intento volver a chillar.
-Shhhh, ¡cállate!-me grita Ryden. Intento gritar de nuevo-¡Que te calles, joder!
Avanzamos por otro pasillo hasta llegar a una puerta que da a una calle. Es la parte de atrás del edificio.
Ryden me suelta y me empuja. Caigo en un charco de agua. Esta nublado. Parece como si de un momento a otro, el cielo estuviera a punto de derrumbarse. Caen gotas en mi cara,  que aumentan en cantidad y al momento suenan rayos y truenos. Una tormenta.
-¿Cómo has conseguido escaparte?-me dice Ryden mientras el agua caen en su pelo creándose un pequeño flequillo.
-Con los códigos-le digo sin dejar de mirarle con la voz temblorosa.
En la punta de su nariz las gotas se agrupan, hasta que cogen peso y caen al suelo en forma de una. Gotas caen en sus párpados que se deslizan velozmente hacia sus largas pestañas que en estos momentos tapan sus ojos verdes.
-Vamos-me dice sin dejar de mirarme.
-¡Ryden, por favor, te lo suplico, no me metas ahí otra vez!-digo llorando-¡Connor es capaz de matarme, por favor!
Sus ojos se llenan de una dulzura y una comprensión que no había visto nunca en los ojos de alguien.
-Quítate eso. Toma mi cazadora. Anda lento a mi lado-me dice mientras se quita su cazadora y sus brazos quedan desnudos-. No te separes de mí.
Asiento. Me quito mi abrigo y me pongo su cazadora. Un olor a pino y nieve llega a mis fosas nasales. Lo miro, tiembla.
-Toma tu cazadora, vas a morir de frío con solo esa camiseta.
-Tranquila, adentro no hace esta temperarura-me dice señalando al edificio-. Vamos a entrar. Dame tu abrigo, yo lo llevo.
Se lo doy y por un momento mis manos rozan las suyas.
Entramos de nuevo y tiramos por los mismo pasillos que anteriormente hasta llegar a la sala de ordenadores.
-Vamos a salir por la puerta de entrada. Tenemos que ir a un sitio-me dice Ryden con un volumen de voz muy bajo.
A travesamos la sala de ordenadores hasta llegar a un pasillo decorados por grandes marcos con fotos de varios hombres: Alan Aniston de 1800 a 1878; Brian Aniston de 1878 a 1920; Matthew Aniston desde 1920 a 1970; Alex Galan desde 1975 a 1999; Connor Galan desde 1999 hasta hoy.
Me quede un segundo observando los cuadros con nombres y fechas. Era muy extraño que desde el 1800 hasta el 1970 todos eran Aniston, pero en el 1970 aparecen los Galan. Quizás Alex Galan mato a Matthew Aniston por poder. Conseguir el poder es un triunfo para aquel que nunca ha sido poderoso. Admiro el rostro de Alex, moreno con ojos verdes como la pradera, labios rosados y tez blanca como la nieve. Se parece a...
-Eh, vamos-me dijo Ryden susurrando.
Continue a su lado hasta terminar el pasillo y llegar a otro con numerosas puertas de acero. Tiramos a la derecha y salimos a una gran cúpula con cientas de personas que andan de un lado para otro, que leen en sillones de pieles o que escriben en enormes libretas de cuero. Al otro lado de la cúpula esta la salida.
-Vamos-me vuelve a decir Ryden.
Andamos mientras muchas personas saludan a Ryden. Será famoso aquí.
Estamos cerca de la puerta para salir cuando llaman a Ryden.
-¡Ryydeeeen!-grita una chica morena con ojos azules, demasiado atractiva diría yo.
-Hola Leah-dijo Ryden suspirando mientras pasaba su brazo por mi cintura.
Le miré y vi su cara de suplica
-¿Quién es esta?-dijo mirándome de pies a cabeza con cara de asco.
-Esta tiene nombre, ¿sabes?-le dije con la misma cara que ella había puesto un momento antes.
-Mira Leah, lo nuestro se acabo, para siempre-decía Ryden irritado-. Asume lo de una vez.
-Oh, claro y ahora estás con esta...-dijo Leah mirándome cuando la interrumpo.
-¿Está que? Dilo, atrévete-le dije acercándome más a ella, mientras Ryden tiraba de mí hacia atrás.
-Mira Leah, estoy con ella ahora-le dijo mientras me pegaba más a él. Podía oír el latido de su corazón-. No insistas más. Adiós.
Nos dimos la vuelta.
-Adiós guarra-dijo Leah casi gritando.
Me pare y Ryden me miró.
-Por favor-me dijo acercándose a mi oído, mientras su brazo aún permanecía rodeando mi cintura-. Te pido ese favor yo ahora.
Asentí.
-Esta mirando-me dijo de nuevo y me dio un beso en la mejilla.
Me quedé quieta al notar sus labios tan cálidos en mi mejilla. Lo miré a los ojos y el me miró a los míos.
-Vamos-me dijo por fin.
Salimos por la puerta y aún caían algunas gotas después de la tormenta. Seguíamos el uno pegado al otro hasta que le dimos la vuelta a una esquina y quitó su brazo de mi cintura.
-Gracias y lo siento-me dijo mientras andábamos.
-Tranquilo-le dije mientras observaba aquel lugar.
Estabamos en una calle con altos edificios. Alcé la vista y vi otros edificios del mismo tamaño o incluso más grandes. Al final de los edificios hay una enorme pared gris que rodea toda la ciudad, como una muralla.
-Tengo muchas preguntas-le digo a Ryden.
-Tenemos prisa.
Corro y me pongo delante de él. Se para.
-¡Por tu culpa estoy aquí! ¡Tú me secuestraste!-le grito.
-¡Obedecía órdenes!-me dijo también gritando- ¡Nadie te obligó a subirte a ese coche!
Las lágrimas brotaron de mis ojos caramelo.
-¡Estaba desesperada!-dije mientras lloraba- ¡No sabes lo que es que todos los que te rodeen te engañen!
Me mira.
-Yo nunca secuestraría a nadie. Me obligan, no tengo elección. Si no hubieras dicho tu apellido,-me señala-no habría pasado nada.
-Si que tienes elección. Eres libre. Tu eliges formar parte de los Vipers.
-No es así Catherine. Eso es lo que tú y todos creeis-me esquiva y anda.
Le agarro del brazo. Se para y me mira. Sus ojos me vuelven a transportar a otro mundo.
-¿Y quién te obliga?-le digo.
-Connor.
-Pero Connor no es nadie para obligarte-le digo aun agarrándole del brazo.
Tengo la necesidad de coger su mano, acariciarla y posarla suavemente en mi mejilla para poder sentir su calor.
Pero, no puedo.
No puedo porque yo quiero a Tobias, aunque él nunca me haya querido. No puedo porque Ryden y yo somos de mundos distintos. No puedo porque poder es querer.No puedo porque no quiero.
No quiero quererlo. Al menos aún no.
-Si lo es, Catherine. Connor es mi padre-dice Ryden.
Connor Galan.
Ryden Galan.

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