2

120 23 2
                                    


Ivy

Al caer la noche, la música inundó la cubierta del barco y toda la tripulación celebraba con jarras de cerveza espumosa entre sus manos.

Al fondo sobre una plataforma se podía ver a Esdras tocando feliz una flauta, y lo acompañaban otros tritones al compás de su melodía divertida. No muy lejos de él, los demás brujos se habían sentado en una mesa y juntos parecían reír de algún chiste que contaba Theo.

Para cuando Ginger me acercó a la mesa, y tomando mi brazo a la fuerza me obligó a sentarme a su lado entre ellos, las risas se detuvieron. La nariz de circe se crispó y decidió mirar a otro lado, Moll y Theo siguieron una silenciosa conversación. Solo Lucas y Rosie me saludaron, aunque incluso sus tímidas sonrisas no se sentían para nada genuinas.

Era de los momentos más incómodos que había presenciado en mucho tiempo.

— ¡Pues qué tenemos aquí! — Escuché a alguien gritar a mis espaldas, ese alguien era sin duda alguna Aren. Identificaría el acento del tritón a kilómetros de distancia. — Jamás había presenciado el cumpleaños de hijas de la Wicca.

Hijos de la Wicca, eso eran todos ellos. Pero escuchar el nombre se hacía extraño luego de tanto tiempo. Y es que cuando vives con personas de tu misma especie, no es necesario remarcar esa clase de cosas, por esa razón los brujos nunca se preguntarían si entre ellos existía una infiltrada, una hija de las cenizas e hija de los cielos.

— Si te estás preguntando por nuestros dones especiales, no los hay. Los dioses gemelos no nos dieron nada fuera de lo común. — Enunció Ginger en dirección de Aren.

El tritón se hizo con una silla que encontró desocupada y sin intento alguno de pedir permiso, tomó lugar en la mesa junto a nosotros.

— Vaya, a juzgar por tus palabras podría intuir que te lo preguntan muy seguido. — Observó el tritón maravillado.

— No tienes idea. — Respondió Rosie por su hermana. — Aunque, cuando era niña disfrutaba hacerle bromas a todo el mundo diciéndoles que podía comunicarme con Hécate.

— ¿Qué clase de bromas? — Cuestionó Moll interesado.

— Pues, un día quería saltarme el culto matutino porque tenía mucho sueño... — La pelirroja se ruborizó un poco. — Logré que las Wiccianas de mi comunidad se lanzaran a un pozo porque les dije que Hécate me lo pidió.

Con eso las risas de antes volvieron a la mesa, incluso yo me divertí un poco imaginando a un grupo de ancianas haciendo fila para lanzarse a un pozo solo porque una niña les dijo que era una orden divina.

— Saben, esa es mi parte favorita de navegar. Escuchas historias como esta que jamás encontrarías escritas en ningún libro. — Habló Aren.

— ¿Por qué los demás no se acercan a nosotros como tú? — Preguntó Theo.

Me percaté de que tenía razón. Aunque había alegría y regocijo por cada rincón, parecía ser que los tritones mantenían la celebración entre ellos mismos, a excepción claro, de Esdras que siempre encontraba la forma de hacerse querer.

— Los demás de la tripulación no hablan nuestro idioma Theo. — Intervino Moll dándole un leve toque con el codo a su amigo.

— Oh ellos, claro que lo manejan. — Volvió a interrumpir Aren. — No son tan fluidos como yo, pero claro que entenderán. En especial los insultos y malas palabras, ellos aman esas cosas. — Lo último lo dijo divertido negando con la cabeza.

— Pero si nos entienden, ¿por qué sólo se acercan a Ivy y a nosotros no? — Ahora fue Lucas quien preguntó.

— Porque yo hablo su lengua, y ustedes no han hecho siquiera el esfuerzo de entenderlos. — Respondí sincera.

Ylia II | Demonios y Brujas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora