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• I V Y •

—Entonces, estás diciéndome que no es necesario castigarte después de todo —repitió Arlen por décima vez en el día.

Habíamos decidido continuar con la caminata luego de mi incómoda discusión con Aiden. Él no estaba muy feliz que digamos, así que decidió cuidar a Milo durante el resto del viaje o hasta que volviera a confiar en mí para cuidar un ser vivo.

—No, ya resolvimos todo el asunto de la pócima y llegamos a un acuerdo. Aun así, deberías estar de mi lado y preguntarme si Aiden fue muy duro conmigo, después de todo se supone que estás cuidando de mí.

Mi tía se encogió de hombros.

—Supongo que los brujos me caen bien. Además, Aiden es un buen sujeto.

Rodé los ojos.

El príncipe emprendió su caminata en frente de todos con Milo aferrado contra su pecho, como si alguien lo hubiera puesto a cargo de este viaje sin sentido. No podía negarlo, él era demasiado lindo y un líder natural así que me era imposible molestarme con él.

Estúpidos ojos azules y quijada marcada que hacían perder la cordura.

Detrás de él, le seguían el paso Moll y Rosie, tomados de la mano. Circe seguía negada a acercarse demasiado a Esdras por el bien de ambos, así que tan sólo intercambiaban ciertas miradas y sonrisas a la distancia. Después estaban Theo y Ginger, que por algún motivo actuaban de forma muy misteriosa todo el día. Theo tomó el baño más largo del mundo en la mañana y Ginger estaba tan sonrojada que sus pecas resaltaban a la vista desde kilómetros de distancia, empecé a preocuparme por su salud. Parecía una zanahoria.

—Debemos cruzar el puente colgante Ceiba y se supone que llegaremos a la ciudad del otro lado —anunció Aiden deteniendo su caminata.

De brazos cruzados, miré enfrente y me percaté del puente colgante que se extendía frente a nosotros, atravesando la fisura que divide la montaña. Bajo de este, un río caudaloso al cual no me gustaría caer, muchas gracias.

—¿Es seguro? —preguntó Circe quien miraba con cierta desconfianza el puente.

—Claro que sí, eso es lo de menos —explicó Aiden—. El verdadero problema es que está hechizado, así que verás tus peores pesadillas mientras lo cruzas.

Fruncí el ceño.

— ¿Cómo es que sabes todo eso? —le pregunté a la distancia— Ahora que lo pienso, ¿Cómo es que sabías llegar hasta acá en primer lugar?

Él se volvió a mi con una pequeña sonrisa de lado.

—Porque mis libros favoritos son los élficos y he leído una buena parte de ellos. Sus costumbres y sistema parlamentario es sumamente interesante, sin mencionar la cantidad de conocimiento que poseen.

— Me consta —interrumpió Esdras—. Le gustan tanto esos libros que aprendió la lengua élfica solo porque no podía esperar a que los intérpretes del palacio se tomaran un par de meses en traducirlos.

Dioses, me había enamorado de un rarito.

—Como sea, no quiero comprobar si lo de las pesadillas es cierto, así que paso —cortó Ginger.

—No te preocupes, con que alguien pase el puente es suficiente. Una vez estás del otro lado, Ceiba te hace el favor de dejar pasar a tus amigos. Es más un mecanismo de protección, así solo aquellos que son dignos de corazón pueden entrar a la ciudad élfica.

Vaya, si que era super rarito.

—¿No puedo volar del otro lado y llevarlos a ustedes uno a uno conmigo? —cuestioné con una ceja alzada.

Ylia II | Demonios y Brujas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora