En el centro de la Tierra había un perdido pueblo donde se encontraba el grupo de gente más peculiar que podrías pensar.
desde guerreros y brujas, hasta cambia formas.
Veremos distintas hisorias de amor desde las recién emparejadas hasta las de años...
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-Buenas!- -Es muy temprano, lárgate hizashi- -Oh vamos, acaso el único clérigo que queda en la historia no quiere invitarle un café a su mejor amigo?- -No! vete que casa!-
El rubio se sentó en uno de los taburetes de la taberna, en la parte de abajo de la taberna vivía su dueño y su esposo.
-No tengo casa....soy un bardo triste y solo en este universo...sin compañía- -Y el niño que te acompañaba el otro día?- -Se fue a explorar....me abandono.Como todos!-
Vio como el brujo salía de una puerta de madera dentro de la taberna.
-Sirvete lo que quieras, déjanos dormir hizashi-
el peliverde iba con lo que suponía era su pijama, unos pantalones grises y una camisa que podía apostar que suya no era.
-oh vamos mirai!-
el de lentes movió dos dedos y escucho la puerta principal de la taberna abrirse.
-Fuera-
el rubio gruño un poco, tomó su arma para ponerla en el arnés de su espalda y se retiró.
-Vendre mañana!- -No te lo recomiendo si disfrutas de respirar-
el músico se quedó fuera de la taberna por un par de minutos para volver a entrar.
-Taishiro!! tu esposo me corrió!-
el clérigo salió en ropa similar a la de el brujo pero con una capa negra encima, tomo el cuello de la camisa de el músico y lo sacó de la taberna.
-Tengo días. Días, Hizashi, Días para disfrutar a mi esposo antes de que vuelva a irse por meses, por eso no abro la taberna y por eso no, no te voy a servir café. Dejame disfrutar el poco tiempo que tengo junto a Mirai, si?-
el más Delgado asintió.
-Lo siento tai....No lo hacía con intensión- -Ve a casa-
entro de nuevo a la taberna dejando a el bardo solo.
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-Joder y a donde voy ahora?-
caminaba por las calles del centro, ahí de una forma u otra encontraría alguna taberna para comer algo antes de irse a donde sea que iría ese día.
el problema es que las tabernas en el centro costaban un huevo y la mitad del otro y en la de Taishiro no solo era ya barata de por si, la taberna era un puro hobbie para el rubio, si no que le hacían un descuentazo por ser mejor amigo del dueño.
Pero ni tenía amigos a parte de Taishiro y su esposo, o eso le gustaba creer algunas veces, y el curioso explorador que relamente no sabía si considerar su amigo pues no sabia nada de él.
Acomodó su capa de color fucsia encima de su camisa Blanca y su chaleco azul des abrochado.
Era temprano, tal vez demasiado, a sabía que a las 7:00 a.m. no habría muchas cosas abiertas.
a menos que se fuera a el mercado para adentrarse en la multitud que se armaba dentro de aquellas coloridas calles.
Pero no sabia que tan bien sobreviviría en aquel movido mercado sin haber comido algo después de dormir en la hamaca más incomoda de la Tierra cargándose de frio.
sintió como sin querer le golpeaban el hombro.
-Compermiso-
Un hombre de cabello negro, atado en un moño mal hecho, una bufanda gris clara, una capa negra a la par de pantalones que se veían muy cómodos, unas botas cortas y grises junto con una camisa holgada, tal vez demasiado, de color ceniza.
Se hubiera atrevido a acercarse a reclamar, no era un peleonero natural pero la gente irrespetuosa si que le molestaba, pero no pudo hacerlo por 2 razones.
la primera era que el cinturón de cuero negro tenía un par de dagas con aquellos característicos símbolos discretos y escondidos de la bruja del norte y tenía una pequeña bara de lo que aprecia metal. Y la segunda es que sintió otro empujón en su hombro, más doloroso y pesado, tal vez era porqué no era fe una persona, si no de una bestia.
un dragón de unos 4 metros se atrevería a decir? que caminaba con las alas escondidas e iba detrás de el hombre que le chocó hace pocos segundos.
La cabeza algo chata de el dragón gris empujó la cabeza de el pelinegro con suavidad y este volteo a verle, descubriendo su rostro y sonriendo de forma suave y corta hacia el animal para acariciar las escamas y acomodar el arnés y la silla que tenía.
lo que le dejo congelado ni siquiera había sido ver a un dragón en el pueblo a las 7 de la mañana, era el misterioso y apuesto rostro de el hombre de negro.
-Hey!-
quien volteó fue el animal y le gruño un poco.
Hizashi solo levantó la mano casi tocando el hocico del reptil y empezó a tararear de forma suave con pechos.
"Shh"
mientras veía como los ojos de el animal se cerraban un poco y su cabeza se acercaba a su mano, buscando cariño.
los ojos azules le miraron con ternura y con ambas manos enguantadas en cuero acaricio las escamas que eran extrañamente suaves.
-Que coño le haces a mi dragón?-
una daga se estampó contra su yugular.
-Jaja wowow...tranquilo, no le hice daño- -Si te corto la piel entenderás que los animales ajenos no se tocan?- -Lo siento....me chocaron y el dragón es muy bonito, no pude evitarlo-
el pelinegro ojeroso bajo la daga y la guardó con maestría en su cinturón.
-Eres un bastardo con suerte- -Sin duda....eres igual de bonito que el dragón- -Alejate-
con uno de sus agraciados dedos toco la parte debajo del hocico de el animal y este, casi como si estuviera encantado, siguió a su dueño.
-Nono, me pareces interesante- -Si vienes a robarme algo te advierto que no te conviene- -Tan pobre me veo?- -si-
El rubio vio con más cercanía a el pelinegro, sus dedos eran algo callosos pero no como los suyos que eran por tocar el arpa, ni como los de Izuku que eran por explorar, eran diferentes, tal vez hasta más parecidos a los de Sasaki (los cuales realmente no eran tan callosos).
-Hechicero, eh?- -No te incumbe- -A donde vas?- -Mercado- -Te acompaño-
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