Prólogo

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P R Ó L O G O

Podía sentir que el aire acondicionado estaba en su punto máximo, puesto que mis pezones se encontraban totalmente erizados, y mínimamente erectos.

Por inercia miré hacia la entrada y le pude ver. Su cuerpo recostado en el marco de la puerta, sus brazos cruzados al igual que sus pies mientras sus pupilas se encarnaban en las mías. Me mira de arriba a abajo, buscando la más mínima oportunidad para lograr su objetivo.

<<Detenerme>>

-¿Quieres jugar con fuego? Pues fuego tendrás.

Puse un pie en el escenario sin dudarlo mucho, habían pocos hombres en el local, pero los suficientes para hacer que la mente del Señor Sten explotara en menos de dos segundos cuando hiciera lo que me tenía planteado.

Bajé lentamente mi saya, quedándome en un simple brasier de lencería. Di la vuelta y con toda libertad mostré mi trasero al público mientras hacía varios movimientos de cadera. A kilómetros se podían notar que esos ojos celestes ardían de la rabia, por lo que solo sonreí y continúe mi trabajo.

Caminé hacia el tubo metálico de Pons, quién se encontraba con un señor mayor en una de las esquinas menos iluminadas, lo que me facilitó apoderarme de su propiedad.

Bajé un poco mi blusa quedando en un sujetador, para luego subir al tubo y abrirme de piernas; mostrando de vez en cuando, algo que no debían de ver las personas.

-¡Ya es suficiente! - gritó Sten mientras se acercaba a mi, subiendo cada uno de los escalones en una posición de firmeza con enojo. Me tomó de la cintura con autoridad y sin pudor acomodó en su regazo con rabia, como si de un saco de papas se tratase.

Caminó enfadado hacia la parte trasera del escenario, bajó de su hombro y mientras sacudía mi actuendo me tomó desprevenida del mentón, ejerciendo una fuerza que me lastimaba.

-Qué cojones acaba de pasar allá arriba? - pregunta sin aún soltar mis mejillas.

-Solo hacia mi trabajo. - farfullé tratando de zafarme de su agarre, pero éste solo se hizo más intenso.

-Sabes perfectamente que eso no es parte de tu trabajo, ¿A qué juegas, Weeler?

Y fue entonces que su dedo índice corrió con suavidad por mis labios mientras me dedicaba una mirada de lujuria. Analicé su cuerpo detenidamente, las gotas de sudor corrían por su cabello aunque la temperatura del lugar era muy baja, sus pupilas completamente dilatas a causa del enfado y, su respiración agitada al punto de tener que reírme de sí en sus propias narices.

-No deberías ponerte de esa manera. - sonreí de lado una vez que me soltó los cachetes -. Sabes que el juego del gato y el ratón no me va, aunque nunca lo ha hecho.

Esta vez tomó mi cintura, acercándola a su cuerpo para poder sentir su respiración amentolada por medio de mis fosas nasales, la cuál aún seguía agitada.

-Sabes perfectamente que te puedo follar, ahora mismo y bien duro, sin importarme quiénes estén a mi alrededor o lo que digan los demás.

-¿Por qué no lo haces? - levanté mi entrecejo para solo recibir por su parte una sonrisa ahogada.

-No eres mi tipo, y aunque lo seas tienes todas las de perder. No quieras tomar el control de algo que no te pertenece, Weeler.

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