Arnie Weeler
4:00 a.mHablábamos encima del techo de su auto, Colin había insistido que subieramos allí para poder mirar mejor las estrellas mientras nuestras espaldas quedaban recostadas en éste. Entre sus dedos se encontraba otro cigarrillo apagado. Lo movía de un lugar a otro mientras sus ojos se encontraban clavados sobre mi.
No sabía si era él, la situación en la que nos encontrábamoso o yo, pero por alguna razón inexistente comencé a sentirme muy nerviosa en ese momento.
Sonrió de lado.
Llevó el cigarrillo a sus labios mientras apretaba el encendedor y con su llama lo encendió y aspiró dejando el humo unos segundos en sus pulmones.
Una vez dijo me comentó que solo fumaba cuando estaba estresado o nervioso. ¿Acaso se ponía nervioso de estar a mi lado todo el tiempo? Leer las señales que trataba de darme era demasiado difícil, más bien un poco imposible ya que no lo dejaba tan claro como me gustaría.
Me sentía como una piedra en el fuego. Lo podía sentir. Él lo percibía y entonces era aún mas vergonzoso. No sabía nada de Colin, él tampoco hablaba de sí mismo.
<< ¿Por qué un hombre soltero como él abundaba tanto ese lugar? ¿Para qué salía conmigo y por qué decía ser diferente? >>
—Despierta Arnie—. me gritó mi subconsciente al plantearme tantas preguntas. Claramente él ya había respondido esas preguntas, no directamente pero si lo había hecho.
—Arnie—, dijo Colin esta vez mientras se giraba en mi dirección. Dejé de mirar el cielo, esfumé mis pensamientos y le brindé la mayor atención posible, estaba serio—. Estoy nervioso—. sonrió mientras fumaba lo último de su cigarro. Había notado algo raro en él, ahora solo restaba saber el por qué—. Las palabras solo serán palabras hasta que tu decidas darle vida—, clavó sus ojos verdes sobre mi— por lo que creo que ya es tiempo y necesito hacerlo—. Tomó mis manos, puso una encima de la otra y las abrazó con las suyas—. Quiero que vengas a vivir conmigo, solo si tu quieres.
Abrí mis ojos como platos, mi boca por inercia formó una perfecta O y mi corazón bombeaba a una velocidad incontrolable. Colin siempre me había hablado de que quería que formara parte de su vida y que estaría junto a mi siempre, pero nunca pensé que fuese verdad.
<< Quizás se cansó de que sus palabras solo fueran eso, simples palabras. >>
–Te alzaré como nadie nunca lo ha hecho, nunca dejaré de hacerte feliz—. apretó con más fuerzas mis manos—. Sabes que mis palabras no son vacías, Arnie. Me gustas mucho. Te quiero llevar a otro mundo, a mi mundo. Quiero construir una vida junto a ti y sanar todas las heridas de tu pasado—. me tomó del mentón, levantó la cabeza e hizo que le mirara. Sus ojos verdes brillaban más que nunca—. Se que tu pasado te atormenta, Arnie. Déjame ayudarte. Vente conmigo.
~
7 de septiembre de 2020
Cada día que pasaba en la mansión me preguntaba si algún saldría de aquí en verdad. Si podría hacer mi vida nuevamente, continuar los estudios que una vez me obligaron a terminar. Si podría tener un futuro, el futuro de mis sueños.
A cualquier lado que me moviera dentro de la casa me encontraba al señor Sten. Ésta vez salió con unos auriculares acompañados de una enguatada ajustada. Miré por fuera de la ventana y estaba corriendo alrededor de la casa.
Todo un altético.
Cambié la vista por unos segundos para dirigirme a la cama, pero unos toques en la ventana hicieron que cambiara el objetivo y volví a asomarme a dónde antes me encontraba.
Me encogí de hombros mientras trataba de preguntarle qué quería y una piedra se coló por medio del marco de madera.
–Ven aquí—. leí sus labios mientras movía sus manos para que diera la vuelta, saliera por la puerta y dirigiera a donde él se encontraba.
–Casi me das—. Protesté para hacer lo que me había pedido—. ¿Qué pasa? — dije más a él. De su cabello caían unas gotas de sudor y limpió su rostro con una toalla que sacó del bolsillo de su pantalón elastizado.
–Quiero enseñarte algo antes de que oscurezca.
Me tomó de la mano e hizo que trotaramos hasta una parte del jardín que desconocía totalmente. Agaché la cabeza para pasar por debajo de un arbusto y para mi sorpresa al otro lado había otro jardín secreto que contenía una mata de fresas, y a su lado varias de cerezas.
Él caminó hacia allí, desprendiendo dos de las frutas que tanto me gustaban y colocó una en cada mano.
–Una para ti, y ésta para mi—. me la entregó y sonreí.
Era inmensa.
–Pero ni siquiera te gustan las fresas.
<< Una vez las había probado en frente de mi e hizo mil arqueadas, debía de haberle grabado pues fue demasiado gracioso. >>
–Quiero que me empiecen a gustar—. se agachó y luego sentó en el suelo para darle una mordida—. Es que son incomibles, para no hablar de su acidez.
–Descuida, yo me las comeré todas—. reí y senté a su lado.
Era bueno estar de vuelta.
–Me alegra que estes aquí conmigo. A tu lado me siento menos solo, quizás ya estoy acostumbrado a tu compañía—. me sonrió de lado e hice lo mismo—. Aquí suelo venir cuando estoy triste o me siento más solo de lo que puedo llegar a estar. Perdón por no mostrarte antes la mata de fresas, o por no decirte de este lugar pero quería que fuese solo mío. Pero ahora estoy feliz de que sea nuestro.
–Me alegra que me hallas abierto las puertas de tu pequeño secreto. En otras palabras, que me hallas dejado entrar.
–Se que no me arrepentiré.
Junté mis rodillas y las abracé mientras apoyaba mi cabeza en estas. Mi mirada se dirigía al chico que estaba a mi lado y el silencio era agradable. Sus ojos celestes no se iban de encima de mi y eso me encantaba.
Era dar un paso más, estar más cerca de mi corazón. Sus ojos eran mis preferidos.
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Novela Juvenil🛸ꦿꯧCompleta🛸ꦿꯧ -No me gustan los juegos Weeler. No hagas que mi paciencia estalle una vez más. - dio un paso hacia atrás para luego acercarse a mi. Dobló el cuello de mi camisa y se paró en frente de la silla en la que me encontraba. Me dirigió un...