—¿Quieres que vaya contigo? —preguntó Ohm mirando al castaño quien sonreía.
—Sip, será genial.
—¿Estás seguro?
—Completamente —aseguró Fluke poniendo sus brazos sobre los hombros del azabache— Sé que le caerás muy bien a mí padre.
—Eso espero —sonrió Ohm acomodando sus manos en la cintura del castaño quien drásticamente cambio su expresión a una triste— ¿Que pasa, cariño?
—Nada, es solo que —bajando la mirada— ...no sé cómo vaya a reaccionar mí padre.
—Hey, tranquilo —manifestó Ohm atrayendo a Fluke más hacia su cuerpo para abrazarlo— No tienes que preocuparte por eso, y si no estás listo para decirle a tu padre, entonces podemos esperar.
—De acuerdo. Te amo, My Bear —susurró Fluke.
(...)
—Hola papá —saludo Fluke apoyándose en el capó del coche.
—Hola hijo ¿Ya estás en camino?
—Si. Estamos cerca —dijo Fluke sonriendo aunque su padre no podía verlo.
—¿Estamos? ¿Con quién vienes?
—Uh... —viendo hacia el gran ventanal del supermercado donde Ohm estaba comprando algunas cosas— ¿Recuerdas que te hable de Ohm?
—Oh, por supuesto, tu amigo ¿Cierto?
—S-si... Mí amigo —repitió en voz baja.
—Bien, te veo acá, dile a tu amigo que conduzca con cuidado.
—Si, papá, adiós.
Fluke miró su celular por unos segundos mientras se perdía en sus pensamientos.
—¿Sucede algo? —preguntó el azabache.
—No —dijo Fluke elevando la mirada y guardando su celular mientras sonreía de forma forzada— Todo está bien, Bear. ¿Quieres que te ayude? —interrogó refiriéndose a la bolsa de cartón que Ohm tenía en sus manos.
—¿Crees que tu macho alfa no puede con una bolsa? —sonrió el azabache acercándose para darle un beso casto a su novio.
—No, yo sé que tú puedes —dijo Fluke mordiéndose el labio inferior para después sonreír también— Por cierto, llamé a mí papá.
—¿Que le dijiste?
—Que ya casi llegamos.
—Ya te lo dije, no tienes porque preocuparte —dijo Ohm mientras abría la puerta trasera del carro y metía la bolsa dentro— Todo estará bien.
—Gracias.
—¿Gracias por qué? —interrogó cerrando la puerta y luego acercarse a Fluke haciendo que se ponga de pie.
—Por estar conmigo.
—Oh, no te pongas sentimental mí niño o harás que te mime hasta que te sientas mejor —manifestó Ohm acariciando tiernamente el cabello del castaño con su mano derecha.
(...)
Fluke miró la puerta de su casa desde la ventanilla del coche.
Nada había cambiado en cuatro años. Su madre seguía teniendo su hermoso y pequeño jardín delantero. La puerta había sido pintada recientemente de color beige en combinación con la fachada color marfil.
Casi estaba oscureciendo por lo que todas las luces estaban encendidas.
—¿Por qué no te adelantas? —sugirió Ohm con una sonrisa tranquilizadora— Yo bajaré las maletas.