—Por favor osito —suplicó el castaño con un tierno puchero— Hoy es Halloween y yo quiero disfrazarme.
—No —respondió Ohm.
—¿Por qué no?
—Porque no.
—Esa no es una respuesta —lloriqueó Fluke sentándose en el regazo de su novio— Por favor Ohm, por favor Ohm, por favor Ohm.
—Fluke, no estoy de humor para tus berrinches —manifestó Ohm con seriedad sin dejar de leer el libro que tenía en sus manos.
—Bien —dijo Fluke sentándose de nuevo en la cama para después ponerse de pie— Eres malo Ohm Thitiwat, te odio —le dió una última mirada de enojo al azabache para después salir de la habitación con un fuerte portazo.
Ohm bajó el libro y soltó un suspiro.
A veces su tierno novio era muy caprichoso.
El azabache odiaba Halloween.
No entendía el significado de disfrazarse y maquillarse solo por una noche o pedir dulces.
Realmente nunca fue relevante celebrar ninguna festividad como Navidad o Halloween, para él y su familia solo eran un día más.
Pero al parecer con Fluke era diferente.
Ohm sabía que el enojo de su pequeño novio duraría al menos una semana.
Bien, solo cedería ésta vez.
(...)
No podía entender porque su tonto novio no quería disfrazarse, es decir, es Halloween, es divertido.
Pero Ohm no lo entendía.
No es como que le esté obligando a ir casa por casa para pedir dulces y no es como que a Fluke no le agradaba ese plan pero sería presionar mucho a Ohm.
Fluke puso su cabeza entre sus brazos mientras de apoyaba en sus rodillas retraídas hacia su pecho.
De pronto escuchó unos pasos acercarse, pero no levantó la mirada.
—Fluke, ¿Que haces en el piso? —preguntó Ohm parándose a un lado deo castaño— Siéntate en el sofá.
—Vete, Ohm —dijo Fluke sin moverse.
—¿De que quieres disfrazarte? —preguntó después de unos segundos de silencio.
—¿Qué? —elevando el rostro para mirar a Ohm.
—Fluke, no me hagas repetirlo.
—Bien, entonces no lo repitas —manifestó el castaño desviando la mirada.
—¿De que quieres disfrazarte? —volvió a preguntar después de soltar un suspiro.
—¿Lo dices de verdad? —interrogó viendo a Ohm con una mirada de ilusión.
—Si.
—Pero ahora soy yo el que no quiere.
—Genial, enton-
—Era una broma —poniendose de pie— Tenía que intentarlo —con una sonrisa— Además soy yo el que debería estar enojado, me hablaste muy feo.
—Lo siento, cariño —acercandose más a Fluke para sostener el rostro del castaño entre sus manos— ¿Me perdonas? —dandole un beso casto.
—Uhm... —fingiendo pensarlo— No lo sé.
Dándole otro beso.
—¿Que tal ahora?—¡Sí! —chilló con una radiante sonrisa— Te amo osito.