Take My Breath Away(Sebastian Bach) [PAUSADA]

Capítulo 22

Los minutos no pasaba más, eran los sesenta segundos más eternos de su vida.Charlize iba al baño a cada uno de esos minutos, arreglaba su cabello, lo movía para un lado o para el otro, retocaba su maquillaje una y otra vez, se olía la ropa. De haberlo sabido, llevaba otra prenda para la noche.Estaba nerviosa, no tenía una cita real con nadie que le gustara desde su último cretino ex novio y ahora, él, ¿por qué se preocupaba tanto por como él la viera? Se había tomado el atrevimiento de subirse a su escritorio y adueñarse de su boca. Dios... ¡qué sivergüenza!Maldito tiempo que no transcurría y ella mirando al reloj una y otra vez.Sebastian mientras tanto se preguntaba si se veía mejor con el cabello suelto o atado. No, atado no, perecía un falso ante sus ideales. Suelto, suelto era todo un verdadero rockero y seguro a ella le gustaría de esa manera. No podía dejar de acomodarse su traje, pero sería como una cena formal, ese es el lado bueno de todo, aunque, importaba más ella.Cuando las agujas del reloj marcaron las ocho de la noche, sus nervios se crisparon, era cuando tenía que tomar sus cosas y entrar al elevador para ir a esperarlo junto a su moto, pero sus ganas de ir al baño estaban queriendo ganarle. Respiró y buscó relajarse. Era solo un hombre, aunque era más que eso, era su jefe y posiblemente su siguiente amor.Tomó su bolso y fue al ascensor. Olivia se había ido media hora antes y aunque se quedó observándola de esa manera en que siempre parecía estudiarla, y no preguntó nada.Tenía que aceptar algo: desde que sucedían ciertas cosas con Sebastian, ella no le contaba nada, pero no por el hecho de que no quisiera hacerlo, si no porque extrañadamente, su rostro tomaba otro semblante, su ceño se fruncía enojado. Quizás porque cuando había roto su relación con aquel idiota, ella fue su paño de lágrimas por días, su muro de los lamentos. Quizás las cosas iban por ese lado. Pero no por eso su amistad iba a teminarse, no si ella se tomaba para mal que no le contara lo que sucedía con Bach.Antes de llegar a la moto, ya lo había divisado. No sabía que fumaba, pero, Dios, era tan sensual con ese cigarrillo entre sus labios.Levantó la mirada y ella estaba ahí, a unos cuantos pasos de él. Quería que se acercara apresurada y lo besara, deseaba que eso ocurriera, como en una melosa película de amor, pero no sucedió. Siemplemente caminó despacio hacia él con una gran sonrisa en su precioso rostro.Apresuró a apagar su cigarro tirándolo al suelo y pisándolo despacio.
—Estoy lista —la escuchó decir.
—Podrás subir a mi moto con esa... —mordió su labio inferior sin disimulo— falda a mi moto.
—Creo que si —dijo ella con cierta timidez—. Si me he subido a tu escritorio, creo que puedo subirme a esto —rió. Él se estremeció de solo recordarlo.
—Pues, vamos entonces.
Le entregó un casco y ella lo tomó mientras lo miraba directamente a los ojos y sonreía.Sebastian se acomodó frente al manubrio y Chazy tardó un poco más en colocarse el casco, tomar sus cosas de nuevo y subirse detrás de él. Fue complicado, pero un ligero movimiento en el que presintió no haber dejado nada a la vista de nadie, estaba sujeta a su cintura.
—¿Lista? —preguntó él casi gritando.
—Desde hace más de una hora —respondió ella.
Salió con sumo cuidado del estacionamiento. Era tarde, no habían autos allí, puesto que solo la gente de seguridad podría verlos, pero no dirían nada. Bach confiaba en ellos, no por nada trabajan para la seguridad de la empresa.Casi derrapando a toda velocidad, la moto rugía en la calle. Chazy gritaba histérica. Por un momento se había olvidado que llevaba una pasajera especial y debía cuidarla. No estaba acostumbrada a la velocidad y eso se le olvidaba tenerlo en cuenta.De no haber cancelado su reunión con sus amigos, tendría en su poder el auto de Ron para comodidad de la administradora.Si lo pensaba demasiado, jamás había dejado del lado a sus amigos por ninguna mujer, no en al menos mucho tiempo.Al llegar a "Wonderland", Charlize quedó pasmada admirando el gran cartel. Siempre había querido ir a ese lugar, pero nunca le daba el tiempo y había que hacer reservaciones hasta entre semana para poder cenar allí.Sebastian se bajó de su moto con cuidado y ayudó a la joven mujer con discreción. Ella no dejaba de ver el letrero.

—¿Te gusta este lugar?

—Siempre ha querido venir aquí —dijo emocionada como una niña.

—He escogido bien entonces— la tomó entre sus brazos y dio un beso corto en sus labios —¿Entramos? —ella asintió.