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Primer Año: Cicatrices


Viernes 15, octubre de 1971.

Remus tuvo que pasar los siguientes días evitando a Sirius.

O al menos evitando estar a solas con él, pero esto no era nada fácil ya que los chicos pasaban todo el tiempo juntos, especialmente los fines de semana. Todos aprobaron la clase de Encantamientos del día viernes sin problemas; incluso Peter. Flitwick estuvo tan emocionado al ver que toda la clase había dominado la levitación tan prematuramente en lo que llevaban en el año, que los dejó salir temprano para almorzar.

Sirius se hizo inevitable la semana siguiente, durante sus clases de vuelo. Si Remus no hubiera odiado tanto Historia de la Magia, entonces Volar habría sido su asignatura menos favorita. Veinte minutos después de su primera lección con Madame Hooch, había aprendido que le tenía miedo a las alturas; el resto de la clase había sido miserable para él.

James era la estrella de la clase, por supuesto, y hasta los otros Merodeadores lo encontraron insufrible mientras este revoloteaba por el campo de quidditch, dando vueltas y fintas como si hubiera nacido sobre la escoba. Sirius también era excelente, y la mayoría de los otros niños de la clase habían crecido jugando con palos de escoba; incluso Peter era competente.

Había llovido la noche anterior y el suelo estaba blando y embarrado. Se habían quitado sus habituales zapatos con cordones y se habían puesto botas gruesas y equipos de vuelo escarlata antes de salir al campo. Recogieron sus escobas y esperaron instrucciones. Las escobas fueron proporcionadas por la escuela. Los de Primer Año no podían traer las suyas, pero James le decía a cualquiera persona que se detuviera el tiempo suficiente para escucharlo que tenía un modelo de primera línea en casa.

—Bien, por favor monten sus escobas, damas y caballeros —gritó Hooch al grupo—, hay un viento muy fuerte hoy, así que quiero que todos se cuiden bien. Potter, ¡sin presumir!

Remus trepó a su escoba, tragando saliva. Si lograba no vomitar, lo consideraría una victoria.

—Me gustaría cinco limpias vueltas alrededor del campo, luego un buen aterrizaje aquí de cada uno de ustedes. Tengan cuidado con el charco y recuerden inclinarse hacia el viento siempre que sea posible. Úsenlo a su favor. Cinco puntos para el que regrese primero. —y sin más advertencia, la bruja de cabello plateado sopló su silbato con fuerza.

Remus y Lily, los únicos dos hijos de muggles en la clase, fueron los últimos en despegar. Aunque una vez que la pelirroja estuvo en el aire, pudo seguir adelante con facilidad.

—¡Un poco más alto, Lupin! ¡Hazlo ya! —Hooch tronó desde abajo, gritando a través de un megáfono. Quería ignorarla, pero no había escapatoria; al menos cuando lo obligaban a cruzar el campo en San Edmundo, podía esconderse a la vuelta de la esquina y escabullirse en la ciudad por la tarde.

Se empujó más alto, tratando de mirar hacia adelante y no hacia abajo; tratando de pensar en cualquier otra cosa que no fuera el enorme espacio vacío entre él y el suelo. Podía ver la trenza roja brillante de Lily destellando hacia adelante como la cola de un zorro, el cabello rubio brillante de Peter en algún lugar hacia el centro del grupo, y aunque no podía ver mucho más allá, sabía que James y Sirius estaban casi codo a codo. Remus siguió adelante con gravedad, no queriendo ir más rápido mientras se repetía para sí mismo que a nadie le importaba si era el último, si no se rompía el cuello para llegar allí estaría más que feliz. Al doblar una esquina al final del campo, el viento realmente lo golpeó y trató de no frenar demasiado, inclinándose hacia adelante. Hacía mucho frío y el aire gris de la mañana le azotaba la cara.

All the Young Dudes | TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora