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Primer Año: El Expreso de Hogwarts


Miércoles 1, septiembre de 1971: Remus se encuentra con los Merodeadores.

Remus volvió a frotar su cuero cabelludo, luego su nariz, la cual seguía goteando. Lo había estado molestando desde la cena de la noche anterior, cuando otro chico lo golpeó. Para ser justos, Remus lo había pateado primero. Pero el niño, Malcolm White, tenía catorce años y era el doble de grande que Remus de once años. Malcolm se había burlado de que Remus iba a una escuela especial para niños atrasados y éste tuvo que tomar represalias, ahora tenía un ojo morado, lo cual lamentaba. Todos en la nueva escuela pensarían que era un gamberro. Pero entonces, supuso que era un gamberro.

La Matrona apartó su mano de su cabeza con un golpe y él la miró con el ceño fruncido. Estaban en la enorme sala de boletos de King's Cross mirando dos números de andén; el número nueve, luego el número diez. La Matrona volvió a mirar la carta que tenía en la mano.

—Por el amor de Dios. —ella murmuró.

—Tenemos que correr hacia las barreras —Remus dijo—, se lo dije.

—No seas ridículo. —la Matrona dijo—. No correré hacia nada.

—Me iré yo entonces. Déjeme aquí.

Remus sólo le había creído a medias a Dumbledore cuando éste le explicó cómo acceder a la plataforma 9 ¾, pero entonces habían comenzado a llegar paquetes para él, entregados por lechuzas y que contenían libros extraños y ropas raras y todo tipo de extravagancias, como plumas y pergamino. Dumbledore había sido infaliblemente generoso durante el último mes, le había presentado a Remus una lista de cosas que necesitaría para su nueva escuela, y prometió enviarle tanto como pudiera de los útiles de segunda mano en Hogwarts. Ahora Remus estaba dispuesto a creer casi cualquier cosa que le dijera el anciano.

Nunca antes había tenido tantas posesiones, y en realidad se había alegrado cuando Matrona había encerrado todo con llave dentro de su oficina para que los otros chicos no lo robaran. Ahora todo estaba metido en una vieja maleta de una tienda benéfica que tenía que sujetar de una manera muy particular para que no se cayera.

—No te dejaré en ningún lado, Lupin. Espera allí mientras encuentro un guardia. —la Matrona se dirigió a la taquilla, su gran trasero tambaleándose mientras avanzaba. Remus miró furtivamente a su alrededor, luego se humedeció los labios. No tendría otra oportunidad.

Corrió a toda velocidad hacia la barrera, cerrando los ojos con fuerza mientras se acercaba a los torniquetes de metal. Pero no golpeó nada. La atmósfera cambió y abrió los ojos para encontrarse de pie en una plataforma completamente diferente, rodeado de personas. No personas. Magos.

El tren en sí era enorme, hermoso y anticuado. El 'Expreso de Hogwarts'. Agarró su maleta con ambas manos, mordiéndose el labio. Había muchos otros niños, de su misma edad y mayores, pero todos estaban con sus familias, algunos de ellos llorando mientras eran abrazados y besados ​​por madres protectoras. Se sentía muy pequeño y muy solo, y pensó que lo mejor era darse prisa y subir al tren.

En el interior no podía alcanzar el portaequipajes para guardar sus cosas, así que eligió un carruaje vacío y dejó la maleta en el asiento junto a él. Observó a la gente en la plataforma a través de la ventana, presionando su frente contra el vidrio frío. Se preguntó si todos ellos también provenían de familias de magos, se preguntó si alguno de ellos tenía episodios como él. No lo creía, ninguno de ellos parecía tener cicatrices. Muchos de ellos vestían ropa normal, como él (aunque con menos agujeros y parches), pero algunos vestían túnicas largas y oscuras y sombreros altos puntiagudos. Muchos de los otros niños tenían lechuzas o gatos en cestas y jaulas. Incluso vio a una niña con un pequeño lagarto posado en su hombro.

All the Young Dudes | TRADUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora