Capítulo 42.

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Capítulo 42.

David se levanta para ir al baño, aludiendo escapar de las notas altas que canta la chica del karaoke. Lo entiendo, pero me quedo con Darik en la mesa.

—¿No te molesta ni un poco? —pregunta él.

—No, sabes que escucho a Ariana Grande muy seguido —contesto—. Mis tímpanos están acostumbrados, sobre todo porque Luther Ecles también hace buenas notas altas y amo con locura los solos de Ashdown en su batería.

—Sí, tus canciones favoritas de Summer Confessions son las que tienen notas altas —dice, y trato de ignorar esa emoción que me causa cada vez que confirmo lo mucho que me conoce.

—Ojalá pudiera llegar a esas notas y cantar un dúo con Luther —suspiro con ilusión—. Pero no sabe de mi existencia, aunque sí de la de Luleb. Maldita sea, un pato consiguió que Luther y Caleb lo saludaran antes que a mí. Qué envidia no haber sido Anne ahí.

—Lyam no supera que Dex conoció a Bryce Sabat —se burla él.

Suspiro nuevamente y él ríe; nuestros pedidos llegan así que dejamos la conversación atrás. Como siempre él me da los pepinos y yo le doy los tomates, y además me tiende algunas servilletas.

Sabemos que podemos pedir nuestras hamburguesas a nuestro gusto, pero intercambiar lo que no nos gusta hace que tengamos más de lo que sí nos gusta. Estoy por empezar a comer cuando noto su mirada fija.

—¿Qué?

—¿Crees que los mejores amigos pueden ser pareja? —inquiere, me quedo callada—. Porque se conocen muy bien.

—No lo sé, si son mejores amigos es lo que importa —contesto intentando sonar natural—. ¿Por qué dañarlo?

Esto es en lo que siempre pienso en las noches cuando no puedo dormir, aunque no hagamos llamada en la madrugada, él siempre está en mi mente.

Darik no dice más y empezamos a comer, cuando David vuelve les comento sobre la fiesta de Anne. Me emociona disfrazarnos en grupo.


—¿Cómo está? —pregunto apenas Darik abre la puerta del apartamento.

—No ha querido comer —responde echándose a un lado—. Y sigue yendo de la cama al baño, ni se asoma a la sala. No hay muchos cambios en realidad.

Suspiro preocupada, dejo mis cosas en el perchero y me dirijo a la sala donde está Brayden. Ha pasado una semana desde el fallecimiento, David apenas come o se levanta, su hermano visita todas las tardes aunque está quedándose con su mamá.

—¿Cómo sigue tu madre? —inquiero sentándome a su lado.

—En las mismas que él —responde decaído.

—¿Y tú?

—Sobrellevándolo —dice, lo abrazo de lado brindándole apoyo—. ¿Saben? He estado pensando en llevarnos a un terapeuta de duelo, ¿qué opinan? ¿Creen que en verdad servirá?

—La ayuda terapéutica es buena idea —afirmo—. Mi hermana vio un terapeuta hace años y siempre testifica sobre su ayuda.

—Mi hermano también, ambos lo sugieren —secunda Darik.

—Además —añado—, creo que ayudaría también a la relación de David y su madre. Esa relación necesita mejorar, sobre todo ahora.

—Es un momento donde deben apoyarse como familia.

Un Viejo Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora