Capítulo 31.

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Capítulo 31.

El beso no nos afectó, nuestra amistad sigue siendo la misma así que esa preocupación se desvanece. El tiempo pasa, seguimos juntos, nos divertimos, y pronto estamos pensando en que nos falta dos semanas para que finalice las clases y por ende graduarnos.

Darik suspira. —Oh, estos días en el año pasado estaba tan relajado sin saber que quedaría inválido días después por una salvaje pelirroja.

—Que terminó siendo más sensible de lo que creímos.

—Que os den —farfullo enseñándoles el dedo medio, ambos ríen.

—¿Cómo quieres que olvidemos esto cuando inició nuestra amistad?

—¿No fue cuando ella se disculpó?

—¿O cuando se supone que me adoptaron?

—Sí, sí, son importantes. Pero ese golpe inició todo —recalca, me echa a un lado para estar en el medio y abrazarnos—. Deberíamos hacer pulseras de la amistad.

—Por Dios, qué ridículo —murmuro, hago una pausa—. Quiero la mía rosada.

Pienso que esa conversación solo queda en una broma, pero dos semanas después estoy saliendo del instituto con ambos pensando que es nuestro último día. Este año pasó como un parpadeo.

—Creo que lloraré —dramatiza David—. No más este lugar.

—No levantarse temprano —agradezco.

—Ni soportar las clases de matemáticas —añade Darik.

—O clases en absoluto. Sí, lloraré de alegría.

Los tres reímos y suspiramos a la vez. Vamos despidiéndonos de compañeros camino a la salida, cuando llegamos al patio delantero David nos guía a un lado diciendo que tiene que enseñarnos algo. Tras revisar su mochila saca unas pulseras.

Oh Dios, sí lo hizo.

—No recuerdo el día ni el lugar exacto de cuando le pateaste las bolas a Darik...

—Espera, yo sí —dice él, nos toma de los brazos y caminamos algunos pasos—. Fue justo aquí.

—Gracias, prosigo... decía que esa patada inició todo y por eso ahora entrego esto.

—¿Entonces ahora es oficial? —bromeo pero estoy contenta al recibir la mía.

Es de cuero trenzado con los colores de la bandera alemana, y en el centro un dije de la letra D. Mi D es rosada, la de Darik verde agua y la de David azul; nuestros colores favoritos.

—Me encanta —afirmo—. Así que oficialmente somos Alemania 3D.

—¿Este es el momento donde decimos 'por siempre'? —inquiere divertido Darik.

—Y para siempre —añade David.


Ha habido ocasiones donde me siento caer en un sueño, que miro alrededor y todo luce tan perfecto, cada cosa parece encajar en su lugar, y entonces me digo: no puede ser real. La mejor parte es que sí lo es.

Justo ahora vivo uno de esos momentos.

Estoy recostada en la banca de un parque, parte de mi espalda se apoya en el pecho de Darik mientras sus brazos me rodean. La tarde es tranquila, hay buen clima, acabo de salir del trabajo y él tiene tiempo libre antes de irse a estudiar.

Un Viejo Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora