Capítulo 53.

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Capítulo 53.

Darik.

Aun tengo sueño, estoy soñoliento, pero no puedo estar imaginado lo que veo ahora; Declan y Alannah besándose en el sofá de nuestra casa. Él la toma y ella se sube a su regazo, luego él está subiendo la gran camiseta...

—¡Alto, alto! —chillo cubriendo mis ojos, escucho sus exclamaciones. Pasan unos segundos antes que decida ver entre mis dedos; ambos están sonrojados y Alannah esconde medio cuerpo detrás de Declan.

—Buenos días, Rik —dice mi hermano—. Lamentamos que vieras esa escena.

—Y odiamos la interrupción —murmura Alannah, sonríe cuando él voltea a verla—. Pero lo entendemos.

—¿Qué está pasando? —pregunto mirándolos alternativamente, hay cierta emoción en mi pecho por mis suposiciones.

—Pues... No era la manera en que quería decirles, pero haremos una excepción —responde Declan, se echa a un lado para abrazarla—. Alannah es mi novia.

—¡Lo sabía! —exclamo esbozando una sonrisa.

—Ah, ¿Adara ya te lo dijo? —pregunta Alannah—. Qué rápido vuelan los chismes entre ustedes.

—No, no me lo dijo ella... es que... Esperaba que pasara —confieso, ya lo había hablado antes con Alannah, probablemente vendí a mi hermano pero él no tiene por qué saberlo.

Los felicito con honesta alegría; pasamos a la cocina para desayunar y me cuentan que ayer en la boda lo formalizaron. No recuerdo la última vez que vi a mi hermano así de feliz, enamorado y entregado a alguien; es raro ver esa faceta de él, pero me agrada que esté feliz. Él lo merece, nada ni nadie debe perjudicarlo o amenazar su burbuja... No.

Mi emoción va reduciendo cuando pienso en lo que está implicando su relación; si ellos están juntos ¿Adara y yo podríamos estarlo? ¿Seria algo bueno? ¿Saldría mal? Lo pienso y cientos de escenarios muy malos aparecen de golpe en mi mente.

No, no puede ser así. No debería ser así.

Yo debería estar con Adara, y Declan debe ser feliz con Alannah, ¿pero cómo lo será si empiezo una relación con su cuñada? A menos que... no empiece ninguna relación.

—¿Estás feliz? —le pregunto directamente.

Él abraza a Alannah y asiente con una enorme sonrisa. —Más de lo que he estado en un tiempo.


Sigo las indicaciones que David me va dictando con mucho cuidado, no me considero un buen cocinero, sé hacer comidas básicas y quedan comestibles, así me describo en la cocina.

Sin embargo he decidido esforzarme en la cena de hoy para Adara, pues ella lo merece.

—Vale, ahora mézclalo —dice David siguiendo mis movimientos con la mirada—. Déjalo a fuego medio unos 5 minutos.

—Listo, ¿qué...?

—¡Cristo! —grita Michael apareciendo en el umbral, exaltado y con pétalos en el cabello—. ¡¿Eso es un pato?!

—Ah, sí, Luleb —asiento—. Es la mascota de mi cuñada.

—¡Me mordió! —chilla indignado, y sale corriendo cuando Luleb va tras él, grazneando con fuerza—. ¿Qué le ocurre? ¡Shu, shu, fuera! ¡Dejen de reír y ayúdenme con ese demonio!

Un Viejo Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora