Capítulo 7.

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Capítulo 7.

Entro a la cafetería, paso por una bandeja de comida y tras pagarla me giro hacia la mesas. Noto a Darik y David en la esquina de una, hay una silla vacía que me hace sonreír al pensar que pudieron apartarla para mí.

No pensé que terminaría pasando tanto tiempo con ellos, pero las semanas pasan una tras otra y cada vez me siento más a gusto con ambos. Nos llevamos increíble. Así que estoy caminando hacia ellos pero alguien más me llama deteniendo mi camino, veo a Jazzy junto a dos compañeras más, Georgina y Dharla.

—Puedes sentarte con nosotras —ofrece Jazzy.

Observo más allá donde están los chicos, las tres siguen mi mirada.

—Oye, ¿por qué el olvido? —bromea Georgina sin malas intenciones, espero.

—Prefiere un pene —espeta Dharla mirándose las uñas—. O dos, más bien.

—Yo diría que prefiero a personas más agradables y sinceras, que mentirosas y resentidas —replico fingiendo una sonrisa cordial—. Sin ofender, Jazzy y Georgina.

—Sin ofensa —aseguran ambas, luciendo divertidas a la vez.

—¿Agradables y sinceras? No encajas con ellos, entonces, sino con las impulsivas y agresivas.

Ruedo los ojos, decido ignorarla porque no me gusta caer en discusiones tontas. No sé dar la otra mejilla, puedo defenderme, pero tampoco me gusta perder el tiempo.

—Jaz, Geor, les debo un almuerzo pero hoy ya quedé con otras personas.

—Está bien —Georgina sonríe—. Disfruta tu almuerzo, Adara.

—Lo haré, espero ustedes igual —les sonrío y avanzo.

Mi sonrisa flaquea y me detengo cuando un chico toma la silla, pero David lo detiene con una mano y se dirige a Darik, él mira alrededor hasta que llega a mí. Con su mano indica que me acerque y en ese instante el otro chico se aleja por otra silla.

Sonrío incluso antes de llegar a ellos. Sí, ésa es mi silla.



Estoy nerviosa. Camino de un lado a otro en la habitación, la laptop está en la cama, aun no llama pero sé que pronto lo hará porque recién le envié un mensaje a su nuevo número. Mis manos tiemblan.

¿Qué significa esto? ¿A dónde nos llevará? Decir que nos extrañamos no arreglará nuestra relación, ni desaparecerá las discusiones, ya ha sido comprobado.

La llamada suena, respiro hondo mientras me siento en la cama. Acepto la llamada y espero que la imagen se acomode, lo primero que noto al hacerlo es que tiene barba. A él no le gusta la barba, si acaso solo el bigote se dejaba crecer pero ahora tiene una barba descuidada. Sé que hizo el intento de arreglarse, su cabello castaño está peinado, tiene camisa y se quitó el piercing de la oreja. Pero no oculta las ojeras debajo de sus ojos verdes.

Él suspira. —Hola, Adara.

—Hola —Retuerzo mis manos en mi regazo, acomodé la cámara para que él no lo note—. ¿Cómo estás?

—Estoy... ¿Y tú?

—Estoy.

Caemos en silencio, es él quien lo rompe.

—Hoy tu cabello está bonito.

Instintivamente lo toco, cada tantos meses me aplico un químico para mantenerlo liso, con el tiempo el químico pierde su efecto y debo recurrir a la plancha hasta volver a aplicármelo. Hoy lo hice para trabajar.

Un Viejo Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora