Capítulo 2.

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Capítulo 2.

Darik.

Después de recibir un rodillazo en la entrepierna puedo decir que estoy más allá que acá.

Ni siquiera alcancé a llegar a mi habitación, me dejé caer en el sofá, pantalones abajo y una sábana cubriéndome. Mi hermano mayor regresa de la cocina con una compresa fría, la tomo y la coloco encima del bóxer, respiro hondo.

—¿Cómo te sientes, Rik?

—Veo la luz al final del túnel, Dex —juro.

Él está ceñudo, entre preocupado y molesto. 

—¿Sabes por qué te golpeó? ¿La hiciste enojar?

—Apenas la conozco —contesto—. Es amiga de una amiga.

—Mañana hablaré con el director...

Sacudo la cabeza. —No, Dex, déjalo así.

—Te golpeó, Darik, dentro de las instalaciones del instituto. Pueden imponerle un castigo.

—No importa, no quiero hacer esto un drama.

—¿Lo dices por ser cierto o porque tienes la culpa y no quieres decirme?

—La primera, lo prometo.

—Bien, pero averigua al menos la razón —responde poniéndose de pie—. Buscaré una pastilla para el dolor.

—Gracias.

Cuando quedo solo cierro los ojos e inmediato recuerdo lo sucedido. Jamás algo había dolido tanto. Y lo peor es que ni siquiera sé porqué lo hizo; sí sé quién es ella, es la bonita amiga de Dharla.

Su cabello es lindo, rizado y anaranjado, y aquellos ojos furiosos son avellanas verdosos. Sus labios tienen forma de corazón... Y su rodilla mucha fuerza.

Bueno, me puede golpear y aun así no le quita lo hermosa. Qué masoquista me veo.



Doy otro sorbo a mi café, esperando que haga efecto. A Dex no le gustaría verme tomando esto, pero hay cosas que preferiblemente me las guardo, además trato de controlar mi consumo de cafeína. No todos los días bebo, hay semanas que no lo hago.

Observo a David acercarse, se deja caer a mi lado en la banca y me arrebata el vaso.

—Dex te ahorcará cuando descubra que bebes café —dice tras tomar y entregarme el vaso.

—Bebo poco, lo tengo controlado.

—Claro —Se hunde en su lugar, saca un cigarrillo y lo enciende. Bota el humo antes de hablar—. Tanto como yo.

—¿Cuándo fue la última vez antes de ésta?

—Nuevo récord, dos semanas enteras.

—Vaya, felicidades.

—Gracias.

Jamás estaré de acuerdo en tal consumo, sin embargo no es algo que a él le interese y no necesita de mi permiso. Sé que él es consciente del daño que provoca, lo he visto tratar de manejarlo pero luego de convertir cualquier cosa en tu vicio es difícil dejarlo.

—Entonces... —Me observa—, Dara volvió.

—Lo sé.

Lo sé perfectamente.

Un Viejo Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora