Capítulo 4: El reencuentro

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Kiara's Pov

Ya quedaban apensa unos minutos para llegar a Montressor; cada vez me sentía más nerviosa por volver, y comencé a sentir que me temblaban las piernas de la emoción. Miraba por la ventana del vehículo a las estrellas y la galaxia, sonriendo pensando en mi padre y preguntándome si se sentiría orgulloso de mí. Pero también vino a mi cabeza la imagen de Silver y las últimas palabras que me dijo ''Alguien te busca...'', ''Ten mucho cuidado...''

Entonces sentimos un choque atrás de mi transporte y tanto el conductor como yo desviamos la mirada.

- ¿Qué ocurre?- Pregunté alterada

- Acaban de golpearnos- Contestó con tensión- Agárrese Señorita, voy a acelerar- Yo me agarré a lo que pude antes de notar la nave a una velocidad excesiva. Intenté asomarme por la ventanilla cuando ví un barco pequeño y oscuro, no ví quien lo pilotaba, pero recordando las palabras de Silver, supe que venían por mí.

- Señor, vaya más rápido, yo les despisto- Ordené al conductor gritando, y sin dejarle contestar saqué la tabla de surf solar de mi maleta y me remangué el vestido. Sabía que sería incómodo montar así, pero no nos quedaba otra.

Corriendo, salté al vacío con la tabla y noté que el barco cambió el rumbo para perseguirme; por suerte para mí, estábamos cerca de una lluvia de meteoros fácil de esquivar para mí, pero no para un vehículo más grande que el mío. Me desvié para adentrarme y zigzaguear entre las rocas hasta que dejé de oír el ruido que emitía el barco. Salí en cuanto me aseguré de haberles despistado y volví en busca de la nave en la que estaba todo mi equipaje, que según yo, ya habría llegado a Montressor.

Jim's Pov

Salí de la posada para tomar aire, entre la oscuridad de la noche, se suponer que debería haber llegado ya.

- ¿Cansado de la fiesta?- Dijo Albert saliendo y parándose a mi lado.

- Necesitaba respirar- Contesté sonriendo.

- Ya veo- Dijo con tono pícaro; como si me leyese el pensamiento- Mira, parece que viene una nave por ahí- Señaló captando totalmente mi atención, a pesar de que lo único que se viera fuesen un par de luces.

Yo reaccioné rápido y corrí sin decir nada al lugar a donde se dirigía dicha nave. Al llegar, de ahí salió un conductor robot con aspecto nervioso. Creo que debió notar mi desilusión.

- ¿Señor, está usted bien?- Pregunté al notar que sus circuitos tililaban.

- Nos han perseguido...- Contestó haciendo que se disparasen mis alarmas- Vengo del planeta Olimpus con el encargo de traer a una de las alumnas aquí, pero durante el trayecto un barco comenzó a perseguirnos y esa mocosa...- Mis puños comenzaban a tensarse a medida que el robot hablaba, pero no llegó a terminar la frase.

- ¿Qué acabas de llamarme?- Entonces giré la cabeza y ví el destello de una tabla de surf solar descendiendo hasta posarse al lado del vehículo.

Entonces la ví; estaba diferente, y a la vez es como si no hubiera cambiado. Sus ojos seguían con su brillo ámbar, y su piel ahora más pálida seguía reluciendo unas pocas pecas en sus mejillas sonrosadas. Ya no se recogía en cabello en una trenza, lo llevaba suelto y largo hasta la cintura, dejando ver lo ondulado que era, como olas del mar. Llevaba puesto un vestido con algo de vuelo y cola, color celeste y con mangas hasta los codos, ella lo llevaba anudado, pero mientras descendía en la tabla lo deshizo mostrándolo al completo. Se veía hermosa.

Cuando nos cruzamos no pudimos hablar, estábamos enfrente el uno del otro, tras cuatro años. No salían palabras, pero tras unos segundos sin saber qué hacer nos acercamos para abrazarnos. En silencio, olvidando por un segundo los años y volviendo a ser esos dos chicos de 15 años confusos y perdidos sin un pasado ni un futuro.

Pero no podíamos estar abrazados toda la vida, al menos, no si estaba comenzando a oír pasos tras de mí; y si mi intuición era correcta, sería Albert quien se cargase el momento.

- Ha pasado tiempo- Dijo ella con una voz que sonaba exactamente como recordaba.

- Y que lo digas- Asentí buscando algo que decir- Te he...

- Jim, aquí estás ¿Cómo demonios se te ocurre salir corriendo de esa...?- Como era de esperar, Albert nos interrumpió. Paró en seco y se encontró con ella, que se cruzó de brazos con duda.

- ¿Y tú quien eres?

- Mi nombre es Albert primor- Contestó él con un tono pícaro, ya sabía por dónde iba- ¿Y tú eres...?

- La chica a la que como vuelvas a llamar primor te partirá el brazo derecho- Contestó, entonces ella hizo un gesto con la cabeza y despidió al conductor.

Ella comenzó a caminar hacia la posada para reunirse con los demás, y maldije a Albert por dentro por haber roto el momento, por haber acabado con nuestro reencuentro.

El planeta del tesoro 2: Las marismas del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora