Capítulo 12: Huída Magistral

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Kiara's Pov

Estábamos preparándonos para partir; Jim había ido a la posada Benbow a contarle sin demasiados detalles a su madre y despedirse, al igual que hice con Delbert y Amelia, quien me dio una placa con su nombre que dijo que sería de utilidad.

Yo decidí acompañar a Jim a la posada, y esperar adentro mientras Albert y Delilah se quedaban afuera con el resto del equipaje.

Entró entonces a la taberna un personaje un tanto extraño; era de figura esbelta, encapuchado y con aires oscuros. Se sentó en una mesa solo frente a mí, tal vez era una persona inocente, pero mi intuición me hacía despertar las alarmas.

- Supongo que esto es un hasta luego...- Oía a la madre de Jim salir con él de la cocina con una sonrisa amarga. La pobre no había visto a su hijo en tres años, y ahora lo volvía a perder.

Desvié mi mirada a ellos, perdiendo por completo al sujeto de la capucha negra, que había desaparecido para cuando volvía mi cabeza a su mesa.

Entonces escuchamos afuera varios golpes y gritos.

- ¡Delilah!- Grité recordando que estaban ahí ella y Albert.

Miré a Jim, y ambos asentimos a la vez. Salimos de la posada y nos encontramos con varios seres encapuchados.

- ¿Qué demonios?- Susurré mientras entraba en guardia sin tener ningún tipo de arma.

La posada estaba rodeada de sujetos que no se mostraban; Albert protegía a Delilah y Jim se encontraba a mi lado en la puerta.

Cuando salí de la posada, ese escuadrón se quedó inmóvil y el sujeto que anteriormente había entrado a la cabaña se acercó a mí.

- ¿Sabes quién soy?- Su voz sonaba robótica, como si llevara un modificador de voz.

Yo me mantuve inmóvil y en guardia.

- ¿Sabes por qué estamos aquí?- Prolongué el silencio buscando con los ojos algún tipo de arma hasta dar con la espada que portaba Albert en su mano.

- ¿Por qué me perseguís?- Pregunté esperando una respuesta clarificadora. Pero en su lugar, se rió suavemente y siguió con sus frases cortas.

- Eres leyenda, Kiara Flint- Tras decir eso, noté las miradas de Albert y Delilah clavándose en mi espalda.

- ¿Tanto es así que tenéis que aterrorizar a medio planeta para llamar mi atención?

- No es exactamente por eso- Y el resto del escuadrón volvió a ponerse en guardia- Lo que quiero decir... Es que vienes con nosotros-

Parecían buscar una respuesta por mi parte antes de atacar; conocía esa táctica, estar en guardia por posibles respuestas favorables, pero no tendrían una por mi parte. Esbocé una sonrisa como si fuera a decir que sí amablemente y me acerqué más a mi enemigo.

- Ni lo sueñes- Dicho esto, el escuadrón se avalanzó sobre la posada mientras Jim, Albert y yo nos dispusimos a luchar contra ellos.

Yo no tenía armas, solo podía valerme de las habilidades que tenía luchando, Jim y Albert, en cambio, contaban con espadas que el cuerpo militar les había otorgado al graduarse.

El que parecía ser el jefe fue el primero que intentó agarrarme del brazo cuando le dí una patada con la que me soltó para luego ponerse en guardia. Yo por mi parte, buscaba algún tipo de arma, mientras el resto del grupo intentaba acercarse a mi luchando con Jim y Albert.

- ¡De! ¡Necesitamos evacuar la posada, corre!- Le grité desde lejos, a lo que ella entró para advertir a los que se encontraban en esta, y sacarlos por la puerta trasera.

Yo conseguí tumbar por unos segundos al líder, lo que me dió tiempo para correr y adentrarme en el bosque y así alejar al escuadrón de la posada para evitar accidentes.

Ya en el bosque, tomé una rama cualquiera del suelo y esperé entre los árboles al líder, que me encontró y consiguió tirarme al suelo de un golpe. Yo tomé el bastón y golpeé su cara haciéndole retroceder mientras golpeaba con una patada trasera al otro miembro del escuadrón que había intentado avalanzarse sobre mí.

Escuché más pasos a lo lejos mientras continuaba una batalla entre dos soldados bien armados y yo, únicamente preparada con un palo bastante resistente.

- ¿Para qué me queréis?- Grité intentando buscar respuestas, pero se mantuvieron en silencio- ¿Es por venganza? ¿Es por mi sangre?- Ellos permanecían en silencio.

Entonces noté de nuevo una sensación que llevaba dormida en mí desde hacía años. Fue lo mismo que sentí cuando seguía formando parte de la tripulación de Silver, la misma sensación que me produjo descubrir quién había acabado con mi padre.

Me desconcerté un segundo, lo suficiente como para que me lograran lanzar al suelo y casi inmovilizarme. Entonces vi a lo lejos a Jim y Albert, pero para entonces estaba casi cao.

La sensación volvió a mis manos, mientras el líder y tres miembros del escuadrón intentaban llevarme. Sentí un cosquilleo en mis dedos que se extendió como fuego por el resto de mi cuerpo, y noté entonces cómo mis oídos se insonorizaban y mis pies se elevaban del suelo.

No vi mucho más, me sentía más elevada que el líder, quien parecía asustado. Los miembros del escuadrón intentaban tumbarme, pero por impulso extendí la mano, y de esta salió un rayo  luminiscente color ámbar que les hizo retroceder y abandonar las armas, el líder no tardó en repetir esa acción, mientras mi consciencia volvía en sí y conseguía alcanzar a uno de esos mercenarios, a quién inmovilicé en el suelo para tomarlo como recluso.

Volví a levantarme del suelo sintiéndome totalmente débil. Y viendo a Albert y Jim atónitos frente a mí. 

Había vuelto a pasar.


El planeta del tesoro 2: Las marismas del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora