Tenía tantas ansias de que llegara el sábado para la gran fiesta de disfraces, que la semana transcurrió muy rápida entre sesiones de fotografía.
Era un bonito día de nieve en la gran ciudad de Nueva York, donde los niños jugaban en la nieve y sus padres haciéndoles fotos, para recordarles en un futuro, lo bien que se lo pasaban de pequeños. Y ahora que me paraba a pensar, yo nunca había visto que mis padres me hicieran una foto jugando o el simple hecho de sacarme a jugar a la calle con los demás niños.
Esos pensamientos no dejaban de martillarme la cabeza, mientras iba a la tienda de disfraces. Ya que me habían invitado a una, lo mínimo que podía hacer, era disfrazarme. Las únicas veces que me he disfrazado en mi vida, fue cuando tenía 4 años para un festival del colegio y ahora mismo. Y ahora me daba cuenta que no había tenido una perfecta infancia, tal como me la habían pintado.
Aparco mi coche en el gran aparcamiento que tenía el gran almacén de disfraces. Lo cerré para que nadie pudiera robármelo y camine hasta entrar en esa tienda.
Colores vivos se hacían presentes en mis ojos a medida que iba entrando a la tienda. Mucha gente buscando su disfraz perfecto para su fiesta. Hasta chicas peleándose por un disfraz que dejaba poco para la imaginación. Fui mirando las perchas, para encontrar un disfraz decente. De vez en cuando iba cogiendo algunos para mirarlos, ya que me llamaba la atención. Pero después de cogerlos, ya no me llamaban tanto. Eran mini prendas que dejaban ver todo tu cuerpo.
Llevaba 40 minutos metida en esa tienda, sin encontrar un disfraz que me gustara lo suficiente para probármelo. Y a punto de tirar la toalla, vi uno que no era tan malo. El disfraz de Cruella de Ville. El vestido era negro y tenía forma de corazón en la parte de arriba, decorado de piel blanca con topos negros y acababa por encima de las rodillas. Iba acompañado con unos guantes largos de rojo pasión y como una especie de chaqueta de piel blanca con las puntas negras. Y también una peluca negra y blanca. Era sexy, pero dejaba intrigada a la imaginación. Lo cogí convencida y me dirigí al provador.
Después de habérmelo puesto, me había decidido comprármelo. Me quedaba ceñido, pero no mucho. Me fui a pagar el disfraz y a irme a casa.
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El reloj marcaba la 1 del mediodía cuando llegue a mi casa. Deje la bolsa que contenía el disfraz encima del sofá. Cogí mi teléfono para pedir una pizza, ya que no me apetecía cocinar. Para distraerme me puse la televisión, para ver Pequeñas Mentirosas. Y me identificaba tanto con el tema de esa serie. Ellas 4 tenían que descubrir a quien le enviaba esos mensajes e incluso “A” iba al mismo sitio que ellas. Pero las diferencias entre esa serie y la realidad es que lo mío era real y estaba sola en todo este juego que había montado Dark. Mientras identificaba mis diferencias con la serie, la pizza llego a su destino. Pague al repartidor y puse la pizza en la pequeña mesa de café que estaba al lado del sofá, junto al refresco que me había puesto anteriormente.
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Cuando acabe de comer la pizza, cogí mi teléfono para ver si tenía algún mensaje. Y efectivamente, tenía un mensaje de Edgar, diciéndome que le diera la dirección de mi casa para que me viniera a recoger a las 9. Le respondí con la dirección de mi casa y que nos veríamos esta noche. Y tan rápido paso el tiempo que ya eran las 7.
Decidí ducharme antes de ponerme el disfraz. Encendí el calefactor en el baño para que estuviera bien calentito allí dentro. Me desnudé y me metí debajo de la lluvia artificial. Cantaba mientras me duchaba. Era como si cantar me hiciera olvidarme de mi vida real. No sé cuantos minutos habían pasado desde que me había metido, pero salí de la ducha. Me envolví con una toalla mi pequeño y delicado cuerpo. Salí del baño y un escalofrío paso por todo mi cuerpo. Añoraba el calor que transmitía el calefactor. Busque mi ropa interior y me la puse. Y por fin llego la hora de ponerme mi disfraz.
Me puse el vestido y me fui delante del espejo a pintarme. Trace una línea gruesa en mis parpados, un poco de rímel y marque mis labios con un pintalabios color rojo pasión, del mismo color que los guantes que me puse después. Me recogí mi cabellera rubia en un moño, para que me quedara bien la peluca que había comprado. Cuando estaba lista, solo faltaban los tacones. Fui a buscarlos a mi gran vestidor. Eran de unos 5 cm del mismo color que mis labios.
Y por fin ya estaba lista. Faltaba media hora para que Edgar se pasara a buscarme. Mientras esperaba recogí el baño. Y tocaron el timbre cuando ya acabe de recogerlo todo. Abrí la puerta y ahí estaba el, vestido de romano con su espada. Hay que admitir, que no estaba nada mal.
- Victoria, estas irreconocible! Muy guapa - me dijo Edgar mientras me saludaba con dos besos en la mejilla
- Tú tampoco estas nada mal - le dije con diversión.
- Cruella de Ville, la fiesta nos espera - dijo extendiéndome la mano para que se la cogiera. Cogí su mano y nos dirigimos a su coche negro.
En el trayecto, hablábamos sobre cualquier cosa. Edgar me hacia reir y mucho y hacía tiempo que nadie me sacaba una sonrisa, menos Júlia, ella siempre lo hacía. Después de unos divertidos 20 minutos, bajamos y vimos el club. Había mucha gente disfrazada. Y la mayoría de chicas con poca ropa.
Edgar me dio la mano y me dijo que iríamos a ver a su amigo, el dueño del local. Entramos al local y la gente bailaba sin parar con la música bien alta. Pasábamos entre la multitud hasta llegar al final de la sala. Había una zona vip, con 5 personas contadas. Alguno de ellos tenía que ser amigo de Edgar. Uno de ellos se giro en nuestra dirección y se dirigió a nosotros. Ese debería ser él.
- Bienvenidos al KarmaClub amigos! - nos dijo - vaya, Edgar no me mintió cuando decía que eres preciosa. - y mi cara cogió un color rojo por el halago. - Encantado, soy Brad, amigo de este caballero que te acompaña - y me estrecho la mano. - bueno, divertiros. Edgar ya sabe dónde está la barra libre, Adiós! - dijo y se fue a saludar a otras personas.
- Vaya que… enérgico - dije riéndome
- Sí, siempre ha sido así. Quieres algo de beber? - asentí - vale voy a la barra a pedir algo. Siéntate en esos sofás que hay, vengo en seguida.
Y eso es lo que hice. Me senté en esos sofás. Tenía una buena vista de la pista de baile. Veía a la gente bailar, besarse y otro tipo de cosas que no deberían pasar en una pista de baile. Y me fije que un chico me miraba. Bueno no sabía si era chico o chica, estaba vestido de payaso terrorífico. Y yo les tenía fobia. Me empezó a ponerme nerviosa porque no paraba de mirarme y no se movía de ese lugar. Estaba completamente parado mirándome. Desvíe la mirada para relajarme. Volví a mirar en la misma dirección de antes y aun seguía ahí. Tenía ganas de irme. Pero vino Edgar con la bebida y me relaje un poco. Empezamos a hablar mientras bebíamos. No sabía bien lo que me había pedido, pero estaba muy bueno. Al cabo de un rato me dijo que si quería ir a bailar un rato.
Y con mi baso de bebida, fuimos a la pista de baile y empezamos a bailar. Al principio un poco separados, pero acabamos bailando extremadamente pegados. Mi cabeza daba vueltas. Me tambaleaba y pare de bailar. Edgar me decía algo pero no lo escuchaba. No escuchaba ni la música ni a nadie. Mire mi baso y había polvos blancos mezclados con resto de la bebida. Me habían drogado y ni siquiera me había dado cuenta. Levante la mirada y ahí estaba el payaso de antes a unos metros de mi, antes de que me desmallara.
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BUENAS♡ Siento mucho haber tardado taaaaanto en colgar capitulo. Tenia muchos deberes que hacer. Espero que os guste este capitulo. Votar y comentar! Mil gracias por leer mi novela, lectores♡
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Mysterious letters.
Mystery / ThrillerLo rápido que cambia la vida de una chica, con una misteriosa carta. Quieres saber lo que le pasa a esta inocente chica? Sigue leyendo.