New Mexico (Caryl fanfic)

Día 4

La respiración de Carol se aceleró ante las palabras de Daryl. ¿Qué podía decirle? Si le revelaba sus sentimientos, él se asustaría y no querría saber nada de ella. Solo necesitaba volver a Alexandria y que cada uno viviera su vida. Aunque sufriera viéndole junto a Connie, prefería que él fuera feliz, antes de que el arquero estuviera retenido en medio de la nada y fuera infeliz.

—Ya te lo he dicho. Creo que no es buena idea. —Centró su mirada en esos ojos dolidos.

— ¡Y una mierda!

—Daryl estamos en mitad de la nada. Te he arrastrado aquí, has dejado a tus amigos y a Connie a miles de kilómetros. Algún día los echarás de menos y entonces, me lo reprocharás.

Nada más escuchar el nombre de la mujer, Daryl bufó exasperado.

—¿Otra vez con Connie? ¡¡Cuántas veces tengo que repetirte que no hay nada entre nosotros!!

—Veo como le mirabas.

El arquero se acercó a ella centrando sus ojos en los suyos con firmeza.

—Pues estás completamente ciega. —Daryl le miró y bufó cansado.

Carol se quedó sin palabras, presentía el enfado de él, pero sabía que era lo mejor para ambos. Sus sentimientos por él iban en aumento y estaba sufriendo por no poder ocultarlo más, ella sabía que en cualquier momento éstos saldrían a la luz de la forma más inesperada y su relación se resentiría. Lo último que quería era perderle.

—Solo quiero que seas feliz, Daryl. Y ella es una buena mujer.

—No me apetece seguir hablando sobre esto. Vamos a dormir. Mañana ya decidiremos. —Dijo dándole la espalda mientras se encaminó hacia la cama.

Se acomodaron en el colchón, uno al lado del otro, pero ninguno podía descansar. El arquero le dio la espalda mientras dejaba que la mirada vagara entre la oscuridad, ambientado por el sonido de los búhos que se filtraba a través de la ventana.

Daryl no dejaba de pensar en los motivos del porque ella quería regresar, y a medida que meditaba estaba más confundido y, sobre todo, dolido. Para él ese viaje era como un sueño. Se llevó la mano a su bolsillo de su chaleco donde guarda la bellota doble que ella le había regalado aquel día, y la acarició con suavidad, mientras una mezcla de sentimientos le invadieron.

Pensó que la motivación para volver era vengarse de Alpha o quizá quería reunirse de nuevo con Ezequiel. Un dolor agudo se apoderó en su pecho ante esa posibilidad, al mismo tiempo que sintió la tristeza y el rechazo por sentir que él nunca sería suficiente para Carol.

Sabía que ella estaba despierta, a estas alturas ya conocía su respiración cuando caía en un profundo sueño. Pero estaba tan enfadado, dolido, triste y molesto que no quería entablar una conversación en ese momento.

Al otro lado de la cama, Carol se movía inquieta en el colchón; sabía que él estaba enfadado. Pero ¿qué podía hacer? Era lo mejor para ambos y para su relación; sí continuaban con ese viaje, ella cometería una locura, sus sentimientos por él le desbordaban cada vez más y, llegaría un momento que no lograría controlarlos.

Lo mejor era volver, que él estuviera en Alexandria con la gente a la que ama: sus amigos, Judith, RJ, Lydia, Aaron o Connie. A pesar de que él negaba la evidencia, estaba convencida de los sentimientos de Daryl hacia esa mujer. Y aunque le dolía la posibilidad de que algún día él y Connie tuvieran algo, ella solo deseaba su felicidad.

Poco a poco, el sueño les venció a ambos.