También me sentaba a ver el sol cuando descendía, y mientras la tarde declinaba me tomaba un café, escuchaba esas canciones que me dedicaron mis viejos amores, luego tomaba el teléfono y empezaba a escribir poemas de amor.
–¿Para quién?
–No sé solo me gusta.
–¿Estás triste, no es así?– Preguntaba de nuevo la voz de mi cabeza.
–Casi siemrpre lo estoy, no hay necesidad de que lo preguntes, mis tormentas están ahí dentro, dentro de tí.Esas canciones que escribía, surgían de ahí, de cada tarde y de cada recuerdo, algunos más tristes que otros, pero fué la diversidad de cada uno la que me hizo cambiar mi forma de pensar; me daba cuenta que las tardes no eran iguales a las mañanas, porque al levantarme estaba lleno de ganas, de energía, y de esperanza de que alguien me quisiera bonito, pero al finalizar el día me quedaba un amargo sabor de derrota, observaba que no había pasado nada, esas ganas solo eran ganas, esa energía se agotaba y la esperanza aún seguía dentro de mi corazón pero cada vez con menor firmeza, cuando la noche decía presente, en un papel escribía lo bueno de mis días, y lo guardaba dentro de una cajita. Me acostaba mirando al techo hasta quedarme dormido, en la madrugada me levantaba, tomaba un poco de agua, y salía afuera para ver cómo la luna compartía el cielo con las estrellas, empezaba a escribir hasta quedarme dormido nuevamente. Con esa frecuencia entendí que la soledad no es estar solo, es estar vacío, es querer vivir con una persona lo que con más nadie quieres vivir; y a mi al rededor habían personas suficientes para llenar ese vacío, pero ninguna era tan grande como el precipicio, Todas caían por ese abismo de querer ayudarme a superar mis problemas, y terminarán con más problemas que yo; al final era yo el que terminaba ayudando.
Había una lucha interna conmigo mismo, día tras día batallaba con malos pensamientos, mis dudas y mi inseguridad, y casi siempre terminaba perdiendo, y también llorando, porque sólo eso me calmaba, me consolaba y aliviaba ese dolor que podía llegar a sentir.Sabía que ella me estaba buscando
–¿Quien?
–No se, alguien.
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Hasta Encontrarnos.
RomanceLe dí un beso en la frente y mientras acariciaba su pelo susurré. -Yo le pido a Dios que te cuide para mi y que bendiga nuestro amor, que nos ayude a superar todos nuestros problemas y nos permite vivír mucho tiempo juntos, una vida entera si es pos...