En la ciudad dos amores obscenos se buscan pero no sé encuentran, dos anhelos que no sueñan con conocerse pero se extrañan, escriben para ellos, y para esos lapsos de tiempo que desean tener.
Dos amores exhaustos de la monotonía, aburridos de guardar los sentimientos, no tan listos para amar pero si para recibir amor.Observaba la belleza que caminaba por la calle, la elegancia en la vestimenta, los tesoros en los diálogos, y las sonrisas patentes. Me detuve a divisar a la chica que comparaba una camisa de hombre, también al chico con la rosa en la mano, además aquellos que estaban sentados en la acera comiendo un helado, ví a los dos que se bajaron del bus tomados de la mano y alegres, mientras otro se subía y se despedía de su novia con lágrimas en los ojos, con el abrazo más triste y el beso más sincero.
Seguí caminando y entre a tomar un café, y cuando el sol caía ví entrar a una chica Hermosa de vestido blanco que se dirigió a la barra pidió una cerveza y sentó detrás de mi; logré observar con el reflejo de mi teléfono como se bebía desesperadamente la cerveza, y luego iba por más, también pude notar como afincaba los codos de la mesa, apoyando su cara en las palmas de sus manos, y luego mordía sus uñas mientras la vista se le perdía en el suelo. Quería acercarme a ella pero al mismo tiempo no; Terminé mi café, y me quedé sentado, después de unos minutos ví como la chica del vestido agarró su celular con las manos temblorosas, hizo una llamada y nadie contestaba.
Pasaron horas, ya era de noche y la chica ya había pasado su estado de ebriedad.
Se levantó del asiento y salió totalmente inconsciente, tan inconsciente que dejó su anillo sobre aquella mesa bañada en lágrimas, yo también me levanté para seguirla pero afuera había un chico alto, moreno, opuesto, con lentes oscuros que estaba sentado esperándola, la montó en su coche, y yo pedí un taxi para ir detrás. Estaba un poco nervioso, me pareció interesante la manera como actuaba en aquel desconocido lugar, le pedí al taxista que no la perdiera de vista, que pagaba lo que fuera con tal de llegar al mismo destino, pero no, fue imposible no perderlos de vista;
No sabía que hacer, por momentos pensé que estaba loco, que era una desconocida y que no debía tomar su anillo;¿ pero que? Por algo sucedió, y teóricamente he considerado y me he plantado firmemente que el deseo tiene su propia voluntad, y es la misma quién nos hace perder el control.
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Hasta Encontrarnos.
RomanceLe dí un beso en la frente y mientras acariciaba su pelo susurré. -Yo le pido a Dios que te cuide para mi y que bendiga nuestro amor, que nos ayude a superar todos nuestros problemas y nos permite vivír mucho tiempo juntos, una vida entera si es pos...