parte 4

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Un día llegué a pensar que el mundo es tan grande, que podía haber alguien buscándome, que podía estár cerca del amor de mi vida pero con los sentimientos adeudados, me dije que no era el único buscando amor y que tenía razón ese texto que un día leí, dónde decía que habían dos mil amores, y el primero era el que tenía que entregarme a mi mismo para encontrar mi complemento, y yo sé que sí, allá afuera estába mi otra mitad pero no sabía que hacer para encontrarla, no sabía si quedarme tranquilo a esperar que llegara, o era necesario seguir perdiendo besos, y rompiéndome el corazón para encontrarlo.
Me prometí no seguír buscando, pero con cada chica que hablaba me hacía ilusiones, eran tantas las ganas de amar y ser amado que en ocasiones me sentía cómo un niño, y así fué como llegué a la teoría de que el amor es un capricho caro, así como los niños se encaprichan con un juguete que no pueden tener, pero que luego encuentran otro menos costoso y más interesante, haciéndole sentir la misma sensación de alegría.
El amor está en aire, pero mi paciencia se agotaba, siempre estuve en contra de que la paciencia sea una virtud, más bien creo que es una perdida de tiempo como dicen por ahí, y no fuí yo, fueron los veranos con calor, y los inviernos con frío quienes me lo comprobaron, fueron las noches de desvelo, y las salidas solitario.
Durante mucho tiempo mantuve la calma, solo así pensaba que alguien llegaría a enamorarse de la misma manera que yo lo haría, intenté no preocuparme tanto por eso, y empezé a ser más interesante, más serio y más astuto.
–¿Solo querías llamar la atención?– De nuevo pregunto mi mente.
–Al diablo, que si– Respondí.

Hasta Encontrarnos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora