Un Ángel para un Final (Última Parte)

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Buenas noches. Les traigo el último capítulo de esta historia. Espero les guste.

Esto es:

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Un Ángel para un Final

Último Capítulo

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Corre, vamos, corre; sé que te duele, pero corre.

Nadie nos vio salir. Corre.

¿Dónde? No importa, solo sígueme. Sígueme. Toma mi mano, no te vayas a soltar.

No te sueltes nunca, niño. Nos vamos a esconder. Agárrame fuerte.

Sé que te duele, me duele a mí también, pero no hay tiempo.

Corre, tenemos que huir.

No me sueltes nunca. No me sueltes nunca...

...no me sueltes nunca.

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La tenue luz de una lámpara de mano se proyectó hasta el fondo de aquel sucio rincón, descubriendo sus secretos.

Telarañas, trozos de madera desecha por el comején, mucho polvo acumulado, y dos niños abrazados, pegados a la esquina, como queriendo desaparecer en ella.

La mujer hizo una seña para algunas personas que se encontraban fuera de la choza. No quiso hacer ruido pues asumía en todo su optimismo que aquellos chicos estaban bien. Sin contar además que, si estaban bien, no quería la desagradable escena que resulta de atrapar niños con el uso de la fuerza.

Desgraciadamente no era fácil acceder hasta donde estaban y, a la hora de separar los troncos, Lazuli despertó.

Inmediatamente se puso de pie, sacó su navaja y se plantó frente a ellos como una verdadera fierecilla.

-¡No lo toquen!- Gritó mientras amagaba con la navaja a cualquiera que se acercara.

Su rostro era de furia y mostraba sus colmillos de forma amenazadora. Aquellas personas se miraban entre ellos sin saber exactamente qué hacer. Luego vieron que la niña se llevaba una mano a la cabeza y trastabilló. Se le cayó la navaja de la mano y se fue de bruces.

Tres días sin comer si los había vivido antes, pero el conjunto de cansancio, hambre y lesiones, era demasiado aun para su resistente cuerpo.

*****

Steven vestía un pequeño traje blanco, resaltado con una corbata color aguamarina y zapatos de charol.

Sentado en banca, sobre una colina de césped verde resplandeciente, alcanzaba a ver al horizonte un campo de flores, bajo un inmenso cielo azul.

Junto a él, sentada con la pierna cruzada, una adolescente que lucía un vestido amplio con entramados color madreperla y blanco, le acompañaba. Se alcanzaba ver que llevaba medias blancas y unos zapatitos negros con un reluciente broche dorado. Llevaba, además, un sombrero ancho que acentuaba su rostro ovalado, sus gruesas pestañas largas y su fina nariz.

El viento sopló con suavidad y al sonido de los árboles le acompaño un aroma a dulce, a menta, a jabón y delicias. Steven tomó la mano de aquella hermosa chica quien lo recibió entrelazando los dedos.

-Somos lo que nosotros queremos, Lapis.- Dijo el chico volteándola a ver.

-Si. Y hacemos lo que queremos, siempre. - Respondió.

Dime que es un SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora