Un Mundo de Dos

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Seguimos. Y si se puede se acaba esta semana.


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Dime que es un Sueño

- Un Mundo de Dos -

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-¿Quién fue, Steven? Dime quien fue...-

Detrás de unos viejos tablones de madera, una delgada joven de ropa inconcebiblemente desgastada abrazaba a un niño como nunca en su vida había abrazado a alguien. Como nunca creyó hacerlo jamás.

Lapis Lázuli había aprendido muchas cosas apenas tuvo conciencia del mundo que le rodeaba. Sus emociones, sus sentimientos, incluso aprendió a ocultar que era una niña desde muy pequeña. Su joven cuerpo había recibido a su edad, mas caricias atrevidas que cualquiera.

La soportaba, le atormentaban, le avergonzaban, las odiaba. Había aprendido a dejarse ser sucia para alejar a los intrusos. Había decidido ser niño para que bajaran los acosos. Que, aun así, eran frecuentes.

Era una entidad crecida en la podredumbre de la ciudad, era un hongo nacido de la madera muerta, que solo conocía el desagüe como paraíso. Desde su devastada visión del mundo sabía que podía morir, en cualquier rato.

Por ese motivo, las cosas poco importaban.

Por eso, situaciones vanas como la higiene, la amistad, el amor; eran inventos de personas ricas.

De gente de otros mundos. Lejanos e inalcanzables.

Para ella estaba la basura y el morbo de la gente.

***

Luego estaba él. El niño de la parada del bus.

El niño que le había regalado manzanas y que inconcebiblemente confiaba en ella. El chico que se había esmerado en curarle la espalda.

Recordaba claramente cada toque de algodón, cada roce en su piel, y era algo inexplicable. Con todo y el ardor, con todo y el dolor, para ella esas eran las primeras y verdaderas caricias que un hombre le había proporcionado. El primero que no solo la tocó sin morbo, si no con cariño y cuidado.

La única cama real que había conocido y donde había dormido quitada de cualquier pena, que no fuera ensuciar sus sábanas limpias, y su perfumada almohada.

Ella, cuyas lágrimas destilaban mugre al correr en su rostro, y cuyos ojos estaban permanentemente manchados por las infecciones recurrentes que provoca la suciedad; sintió por primera vez, que su vida tenía un propósito.

Lo tomó suavemente de las mejillas.

-Niño, dime, ¿Quién te hizo esto? –

Él bajó la mirada y la chica pudo notar una vergüenza terrible enmarcada en una mueca de dolor sin explotar.

-No, ¡No, Steven!, no es tu culpa. Es de los malditos... de los perros... de todos ellos... ¿Quién fue?-

El niño levantó la vista, y clavó su mirada.

Ella, él. Niño o niña.

Pillo se había quitado la capucha de su sudadera y Steven podía ver su corto cabello rozar sus hombros. Su nariz fina, sus pestañas gruesas.

Y le pareció lo más lindo que hubiese visto jamás.

El desgarro en su pecho por saber que estaba solo desde la misma noche que entendió que Vidalia no le salvaría se hizo presente. En el fondo consideró a la dura mujer como la barrera que alejaba a su hermanastro de él.

Dime que es un SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora