Segunda parte de este final. Gracias por estar.
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Un Ángel para un Final
(Parte 02)
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"Y hubo tal silencio el día que nos tocaba olvidar,
que de tal suerte, yo todavía, no terminé de callar..."Silvio Rodríguez
Cuando Vidalia volvió, caminó en profundo silencio entre aquel desastre de la sala, sin saber cuánto tiempo estuvo allí.
Era un andar fantasmagórico, silente, azuzado por demonios más viejos que la casa misma.
No era la mesa rota y volteada, ni los electrodomésticos desperdigados. Ni siquiera era el muchacho con aquella enorme estrella sanguinolenta en el pecho. Era un poco más. Era un todo abrumador, una vida vacía y fría. Fría como la colección de pinturas enmohecidas que se pudrían en su habitación junto con sus juveniles sueños de ser una pintora reconocida; de ser una artista de ciudad y bohemia. De noches de café y licor y hechizante humo de tabaco fino.
Sueños de caballetes de ébano sosteniendo su última creación valuada en cientos; en miles. Mientras ella caminaría ataviada excéntricamente en pantalones de cuero y metal, con su peinado en punta hacia arriba, pero abombado. Porque un artista tiene el derecho de ser quien quiera, porque es un maestro, un mago del tinte, un demonio de la sensación.
En la gran revolución que es la vida, le tocó ver ese otro camino alejarse hasta volverse humedad sucia en los rincones de una casa. Aferrada a unas pinturas que nadie quería y, sin el beneplácito del tiempo, se fue envejeciendo prematuramente entre un trabajo sin futuro, y su inmensa soledad.
Embaucada por un vividor había quedado embarazada muy joven.
Se enamoró de un artista que solo le dejó una profunda sensación de rechazo. Alguien que se había ido con alguien más.
Nadie supo la alegría que le dio cuando se mataron en esa ridícula Van.
Cuando sus pupilas dejaron de navegar en la pestilente niebla de sus torcidos recuerdos, entendió, por fin, que su hijo estaba muerto.
El grito estremecedor que surcó el fraccionamiento advirtió a los vecinos de una inminente calamidad.
***
Las deslumbrantes luces de las patrullas recorrían el frente de las casas circundantes, siendo diversión para niños pequeños. Los vecinos, asustados y morbosamente curiosos, se habían ido acercando para dar un falso pésame a la apenas conocida.
Vidalia lloraba desconsolada envuelta en una manta que le había proporcionado el personal de la SEMEFO (Servicio Médico Forense) mientras retiraban el cuerpo inerte de aquel muchacho.
Por su parte, para la policía, no había secretos: el occiso recibió impacto de metralla a quemarropa por, seguro, ajustes de cuentas de pandillas.
Sour era conocido por un pequeño historial delictivo que ya le había generado antecedentes. Posesión de drogas, robo en su mayoría; pero se investigaban cosas mucho más graves, como narcomenudeo, privación de la libertad e inclusive, violación. Estas últimas no se habían comprobado y, por obvias razones, no se confirmarían jamás.
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Dime que es un Sueño
Teen FictionSteven es un niño adoptado que sufre día a día una vida que no se buscó. Un cambió de escuela le da la oportunidad de vivir la experiencia más arrolladora y cruel. A lo mejor el amor pueda darle la felicidad que un ser inocente merece; y en su pasó...