Se suponía que lo que más quería y la razón por lo cual había decidido desayunar en el jardín era para no tener que verla aunque fuera solo durante el almuerzo, pero su mala suerte lo perseguía, era como si la vida últimamente se estuviera burlando de él. Y es que cuando terminó su almuerzo en compañía de Hinata y se levantó con la intensión de tirar unos restos de basura, caminó hacia el depósito y notó a Shion cerca de el, y definitivamente no quería ser visto, no solía ser encimosa como la mayoría de las chicas que lo perseguían, pero las miradas que le dirigía lo incomodaban.
Aunque fueran coqueteos discretos y sigilosos sabía que esa mujer era la peor de todas sus acosadoras, estaba seguro que detrás de esa sonrisa y falsa amabilidad habían muchas cosas escondidas, podía engañar a cualquiera pero no a él, y eso que había ignorado a su problemática y peligrosa familia. Así que con la intensión de huir, rápidamente se dió la vuelta sin prestar la debida atención, chocando con alguien a la vez que sentía humedecer su saco.
Abrió los ojos encontrándose con ella, la chica nueva, que lo miraba con sumo fastidio, mientras Hinata, Haruno y Yamanaka veían expectantes la escena, nerviosas por la forma en la que él fuera a actuar.
En cuanto reaccionó lo primero que hizo fue reclamarle sobre la mancha de malteada en su ropa y ella se defendió con la misma altanería con la cual le había hablado la primera vez, sabía que había sido su culpa, pero su orgullo no lo dejaría aceptarlo, mucho menos si se trataba de esa chica.
Después de un rato discutiendo y no llegar a nada, ella se había cansando de la situación y sin previo aviso le arrebató de las manos el saco que se había quitado previamente. Apenas pudo reaccionar cuando la vió alejarse con su prenda en mano con dirección a los baños, sin pensarlo la siguió con la misma molestia, dejando a las tres chicas restantes con la boca abierta.
Y fue que llegaron a la situación en la que se encontraban ahora, ella tratando de limpiar la mancha y él esperando afuera, era el baño de las chicas...
—¡Ah!, ¡¿quieres entrar de una buena vez?!— escuchó expresar con frustración a la castaña desde adentro.
—No, solo apresúrate quieres, ya casi termina la hora del almuerzo y tengo prisa.— exclamó con fastidio.
—¡¿Qué?!— gritó Tenten enojada—. ¿Ahora resulta que es mi culpa?— él solo se limitó a permanecer en silencio, no le veía la pena contestar—. Si hubieras prestado atención no hubieras chocado conmigo y ahora mismo estaríamos en clase tranquilos, pero noooo...en lugar de eso estoy aquí limpiando tú estúpido saco sin ninguna disculpa, aún cuando todo fue culpa tuya mientras tú solo reclamas...tú si que eres la persona más egoísta y egocéntrica que he conocido.— le reclamó gritando, y sabiendo que tenía razón, no pudo evitar hablar, detestaba que le dijeran sus verdades.
—No te pedí que lo hicieras.— exclamó desde afuera.
—Es evidente que no, pero sabía que te quedarías quejándote como un niño y no llegaríamos a nada...por lo menos yo estoy intentando algo para resolver el asunto en lugar de quedarme parado y seguir quejándome.— escupió Tenten con fastidio.
—Hmp.— fue lo único que soltó y que hartó por completo a la chica, sintiendo la necesidad de vengarse.
El timbre de entrada sonó llamando la atención de ambos, afortunadamente había logrado quitar la mancha, el saco seguía bastante mojado, pero solo era cuestión de tiempo y dejarlo secar por un rato, pero no sé lo dejaría tan fácil, ese estúpido Hyuga había hechado a perder su deliciosa malteada, y de paso todo su día, tenía que vengarse.
Salió del baño como si nada, pasando por su lado ignorándolo.
—Ya era hora.— exclamó el castaño mientras la miraba de reojo, notando que no llevaba la prenda consigo—. ¿Dónde está?— preguntó con molestia.