"Escuela de Arte" (parte 2)

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Aquella mañana se había levantado con los ánimos más bajos de lo normal, sabía que tendría trabajo extra y eso lo fastidiaba.

La escuela había sido igual que siempre, aunque a diferencia de los años pasados, últimamente sentía más ganas de asistir, como si no pudiera esperar el momento de llegar, como si fuera el único lugar al que podía huir.

Se preguntaba cuál era la razón de ese cambio, ya que la escuela siempre había sido otro lugar igual de fastidioso que su propio hogar, ¿qué era diferente ahora?. Sin poder evitarlo la imagen de cierta castaña apareció en su mente, negó rápidamente, recriminándose por haber notado que la miraba de vez en cuando, eran solo vistazos que apenas y duraban un segundo pero que si se trataba de él eran realmente significativos.

Apretó la copa en su mano al momento que se tomaba todo el líquido de un solo tragó; tenía que sacarla de su cabeza, no podía dejar que aquello avanzara o lo distraería de sus obligaciones. Él era la persona más  responsable que había y lo era aún más por los deberes que se le habían impuesto, fallar no era una opción.

—Neji...— la voz autoritaria de su tío se hizo presente, pensando que era mejor torturarse con la imagen de la chica a escuchar a aquel hombre—. Sabes bien que debes estar atento de Hinata y Hanabi.— asintió con frustración, estaba tan cansado de esa situación que ya ni siquiera tenía ganas de reclamar.

Su vida se resumía en sus primas, su tío siempre le recalcaban que tenía que cuidar de ambas y vigilarlas, siempre siguiéndolas como perro faldero y que no sé acercarán a personas con las cuales no estuvieran obligadas, tener el control de ambas y de él, era lo que su tío más procuraba.

Odiaba a Hiashi y como consecuencia también a sus primas.
Se había quedado solo desde que era un infante de apenas 6 años. Su padre había fallecido en un accidente en el cual realmente tenía que morir su tío y era algo que jamás le perdonaría. Su tío ni siquiera se había tomado la molestia de disculparse o hablar sobre el tema, solo se limitaba a ordenarle como un empleado más.

Además, para su desgracia, su padre se había ido en un abrir y cerrar de ojos, no pudo despedirse y al ser la familia más cercana que tenía, simplemente había sido dejado en manos de su tío Hiashi.

Su padre y tío eran gemelos, siendo Hiashi el mayor y la razón por la que al morir, su abuelo le había dejado la mayor parte de la empresa familiar convirtiéndose así en el dueño de todo, ni siquiera lo que heredaría de su padre cuando fuera mayor de edad era suficiente para hacerle frente a su tío. Por el momento no podía hacer otra cosa más que obedecer sus órdenes, órdenes que estaba seguro siempre eran para beneficio propio y de la empresa familiar.

¿Felicidad?, esa no era más que una palabra que para él carecía de sentido.
Simplemente su destino ya estaba marcado, no estaba seguro de qué le deparaba en el futuro, pero sabía que sería algo impuesto por su tío, como lo había sido desde que tenía 6 años.

Dejó de darle más vueltas al asunto, no podía hacer otra cosa más que obedecer, así que se dispuso a buscar a ambas chicas y ver con quiénes es que se estaban relacionando.

Pero pronto dejó aquella busqueda en cuanto notó la presencia de la persona que más tenía metida en la cabeza, recorrió su mirada en ella quedándose aún más embelesado por la belleza que emanaba, vestía diferente, resaltando aún más su físico y fino rostro, lucía hermosa, podía jurar que era lo más bello que sus ojos habían visto jamás; y aún con ese cambio podía ver ese brillo que sus ojos solían emanar cada vez que sonreía, siendo así que su corazón comenzó a palpitar sin control.

Y como si sus pies se movieran solos, comenzó a acercarse, quería verla de cerca y cuestionarle el porqué de su presencia en aquel lugar, sabía que solo familiares y amigos de los estudiantes podían asistir.

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