¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━━━
HABIASIDOUNDIA frío, gris y húmedo. Diluvió toda la mañana, y las nubes no se despejaron por la tarde, cuando escampó. En ningún momento vieron el sol. Un clima tan adverso bastaba para desalentar incluso a Heichi. En vez de salir a pasear por la aldea y visitar el puerto, se entretuvo en la oficina del Raikage tratando con papeleo relacionado al comercio, leyendo informes sobre recaudadores de impuestos, agentes de aduanas, agentes textiles y cobradores, el lado que al Cuarto le resultaba tedioso. Había sido idea suya, de hecho, que Kumogakure comprara algodón en el País Helado, lino en el País de los Ríos y encajes en el País del Té. Almacenaba las telas, las movía, las teñía y las vendía. Los ryos se multiplicaban. La aldea los prestaba y recuperaba el doble. Los tres Guardianes de las Llaves eran suyos, quienes vigilaban el tesoro de la villa. Él mismo había nombrado al Contador Oficial, y también a los oficiales al mando de las tres cecas. Nueve de cada diez capitanes, agentes, cobradores, fabricantes de licor... le eran leales. Se trataba de hombres en su mayoría de extracción popular: hijos de comerciantes, de familias civiles, a veces incluso extranjeros... Pero, a juzgar por los resultados que obtenían, mucho más capacitados que sus predecesores shinobis de noble cuna. El día no fue interesante, al menos hasta el anochecer, cuando el cielo encapotado empezaba a teñirse de negro, e igual el humor de A.
—Se dice que el arconte de Hikojima ha propuesto una serie de condiciones a Nagako para poner fin a la actual guerra de comercio. Hay rumores de que Hachisen estaba a punto de entrar en el conflicto aliándose a Hikojima, pero sin la Compañía, en Nagako no creen qué...
—Me da igual lo que crean. Las islas siempre están luchando entre ellas; sus traiciones y alianzas no tienen relevancia para nosotros —descartó él, impaciente, interrumpiendo a Mabui—. ¿Hay alguna noticia más importante?
Alguien llamó a la puerta.
—Siento mucho molestar, Raikage-sama —dijo el guardia de la entrada—, pero Danzarinadelas Tormentas ha entrado en marea vespertina y el consejero Sukekurō suplica audiencia.
Enviaron a buscarlo al momento. En cuanto lo vio entrar con una gran zancada, supo que llevaba buenas noticias.
—Jefe —le saludó con una amplia sonrisa—, Ichijōji ya es vuestro.
—Bien —respondió el Cuarto, con una enorme mano bajo su mejilla. Sus espesas cejas rubias surcaban sus ojos—. ¿Debemos dar las gracias a Sunai Yotsuki por este triunfo?
La emoción del hombre se esfumó.
—Algunos dirían que sí.
—¿Algunos? —Heichi le dirigió una mirada interrogativa—. ¿Usted no?
