4. EXORDIUM

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11:49 PM

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11:49 PM.

Me lamí el labio nerviosamente, ojeando el reloj la alarma negra sobre la mesa de noche. No sabía porque perdía el tiempo mirándolo, mi mirada no lo detendría. Estaba sentada en la orilla de mi cama, Jess estaba en la cocina; le pedí que pasara la noche conmigo. No quería estar sola luego de ese encuentro en el baño. Ni siquiera sabía lo que él era, pero estaba segura de que no era bueno.

11:52 PM

Quería, no, necesitaba que el tiempo pasara lento. Necesitaba pensar en una solución, o una buena manera de escapar por si ese ser decidía aparecer otra vez. Una parte de mi sabía que él vendría; después de todo, su sirviente dijo que lo haría y sabía que no estaba mintiendo.

11:56 PM

La alarma mostraba los números rojos como siempre. Rojo... me recordaban a sus ojos. Cuando vi sus ojos en el espejo del elevador, brillaron con intensidad en la oscuridad. Su sirviente también tenía los ojos rojos, pero no tenían la misma fuerza. Su sirviente... Dios, ¿realmente empezaba a creerme esto? Me estremecí al recordar el dolor que el monstruo del elevador me había causado, sus garras enterrándose en mi piel. ¿Qué quería de mí? Me quedé mirando el reloj y apretujé la almohada contra el pecho.

12:02 AM

Mierda, ¿por qué Jess se estaba tomando tanto tiempo? La necesitaba allí.

—¡Jess! —llamé—. Jess.

Nada.

Salí de la habitación, el pasillo parecía vacío y la luz lo hacía ver medio oscuro. Tenía un mal presentimiento sobre todo esto. Caminé hacia la cocina, podía sentir el piso frío bajo mis pies descalzos.

—Jess —llamé otra vez.

Empecé a preocuparme porque ella no contestaba. El apartamento estaba demasiado tranquilo. Llegué a la cocina y arrugué las cejas porque estaba vacía.

—Jess —llamé, ya preocupada por ella.

Mi corazón ya se había acelerado. Esto no era una coincidencia, Jess desapareció en el momento en el que el reloj marcó medianoche. Algo en mí sabía que ya no estaba sola.

<<¿Él está aquí? ¿Vino a terminar lo que empezó la otra noche?>>.

Me quedé parada en la cocina, ojeando mi alrededor. Había una olla con agua hirviendo en la estufa; Jess probablemente iba a hacer té...

Crucé la cocina y entré a la sala. Mi corazón se me iba a salir del pecho. Jess tenía que estar bien. No podría tolerar que algo le pasara a ella también. Ya tenía suficiente con la desaparición de Raven.

Mis pies descalzos tocaron la alfombra que cubría el piso de mi sala. Yo sabía que no estaba sola. Las luces estaban apagadas, así que la única luz que había venía de las ventanas y las puertas abiertas del balcón dejando la habitación en una penumbra silenciosa. Las sombras de los muebles le daban en un toque siniestro, pero no fue eso lo que me paralizó, fue la figura que estaba parada en mi balcón. Las puertas de cristal estaban abiertas, y yo las había visto cerradas hace unos minutos cuando pasé a la cocina.

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