16. MATER.

24.4K 3.6K 1K
                                    

Lo siento mucho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo siento mucho.

La voz de mi madre resonó dentro de mi mente.

—Mamá, espera. —Ella corría a toda velocidad mientras yo luchaba por alcanzarla. El bosque que me rodeaba era inmenso y abrumador.

—Ángeles.

Un susurro que venía de algún punto desconocido me dio escalofríos. Mis pequeños pies se movieron a través del suelo rocoso. La brisa fría me helaba los brazos y las piernas.

—¡Mamá! —Grité sin aliento.

Ya casi no podía ver su silueta. Parecía tan lejana.

—Lo siento. —Le escuché responder en la distancia.

Pisé una roca en un ángulo incómodo y caí sobre mis manos y rodillas. Las rocas afiladas rasparon mis palmas.

—Ángeles.

Se oyó el mismo susurro a través del bosque silencioso. Pero esta vez, supe que el dueño de esa voz estaba justo detrás de mí. Lágrimas salían de mis ojos cayendo directamente al suelo.

—Mamá —murmuré, sollozando.

Podía sentir esa presencia detrás de mí, pero no me atreví a mirar. Lentamente, me puse de pie temblando incontrolablemente. Mi vista estaba borrosa. 

—Estoy aquí—susurró suavemente.

—Mamá —dije con voz apagada.

—Ella no va a volver.

—¿Por qué?—pregunté, limpiándome las lágrimas.

—Porque voy a matarla.

Me desperté, respirando con pesadez. Lo primero que vi fue un par de grandes ojos verdes mirándome. Parpadeé confundida mientras sostenía mi pecho tratando de calmar los latidos desesperados de mi corazón.

Fue un sueño, me repetí, calmándome.

—¿Estás bien? —preguntó Adriel.

Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba acostada en una cama. Me senté y sostuve mi frente, mi cabeza palpitaba dolorosamente.

—Qué...

—¿Ann? —Me lamí los labios, sintiendo su resequedad. Fruncí el ceño cuando vi la puerta del baño.

Madness...

—Yo... estaba... —Lo último que recordaba era estar en ese baño con un Madness muy enojado.

¿Cómo volví a la cama?

Espera... no podría haber sido un sueño. Tenía que ser real. Adriel me sostuvo de los hombros, dándome una sonrisa tranquilizadora.

InsaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora